Jóvenes de ayer, de hoy, pero no de siempre

DE CUERPO ENTERO
    •    Ramón con dificultad se mueve, el abdomen le ha crecido en los últimos meses, y ya van varias veces que un vómito de sangre lo ha despertado por las noches… 


Ramón tiene solo 32 años de edad. Muy de mañana llegó al hospital con la esperanza de ser atendido pronto. Sentado en una vieja banca del Hospital General espera con paciencia mientras con una gran tristeza en sus ojos amarillos ve caminar a hombres y mujeres de blanco, a niños, a señoras embarazadas, percibiendo ese aire muy especial de los hospitales.
Ramón con dificultad se mueve, el abdomen le ha crecido en los últimos meses, y ya van varias veces que un vómito de sangre lo ha despertado por las noches. Sus ojos se han puesto amarillos y su cara además de pálida se percibe reseca, diríase vieja; camina con la cabeza agachada y son muchas las amistadas que al verlo se dan cuenta que les cuesta trabajo reconocerlo; come poco, no le da hambre y cuando siente que debe dormir, una tristeza se mete en su alma que no se aleja sino ya hasta bien entrada la mañana.
Después de los 15 años empezó a tomar, era sin lugar a dudas el más gracioso, el más simpático y más cuando mareado bailaba cual gacela, y hacía reír a propios y extraños; era capaz de tomar cuatro cubas seguidas sin parar, y sentirse como si nada, le hacía sentirse enorme cuando escuchaba a hurtadillas: ¡Cómo aguanta Ramón!.
Aun con los estragos de la cruda nunca faltaba a la escuela, y sus calificaciones solían ser de las mejores. Al paso de los años la afición por el alcohol se fue haciendo más que casual, cuando las fiestas se hacían menos él siempre buscaba un buen pretexto para tomar.
Tiempo después los caminos dolorosos del alcohólico empezaron a cruzar por su vida: se le olvidaban muchos pasajes vividos: ¿cómo llegué a la casa? ¿Quién me trajo? ¿Por qué amanecí en esta casa?, y la necesidad de sentirse intoxicado aumentó, hasta tomar solo y a escondidas.
En realidad –como ahora recuerda Ramón- siempre el medio se prestaba propicio para tomar: los antros y discos estaban siempre prestos a ofrecerle alcohol casi como necesidad, en su casa le aplaudían cuando borracho se encontraba porque solía declamar con soltura, y los amigos eran suculentos pistones que lo empujaban a tomar. Pronto dejó de estudiar, imaginaba que si faltaba a clases por estar crudo, al día siguiente se recuperaría, total era muy inteligente.
Pasaron los años, y hoy sentado en un hospital para pobres, Ramón es un joven viejo, con sus ojos amarillos por la ictericia y su abdomen repleto de agua, espera una consulta donde solo le dirán que el final está cerca.
Él sabe que así será, ha dormido mal y cada vez le cuesta más trabajo respirar, frecuentemente sueña despierto y su madre le ha dicho que de repente habla solo. Sus amigos que antaño lo impulsaban a ser el centro de las fiestas, se han ido, y sus puntadas de un ingenio a raudales se han marchitado.
Ramón se está muriendo, tiene Cirrosis Hepática. Ya han pasado más de dos horas y no es atendido, los médicos saben que ya no es recuperable y que bien puede esperar, hay más gente que debe ser atendida primero. Con su ojo negro que destacan más en un fondo amarillo, Ramón decide irse del hospital, y cuando sale del umbral, está seguro que nunca lo volverá a ver.
Ramón murió a la semana siguiente en su casa, nadie más lo atendió y seguramente para su familia que antaño lo alentaba, ahora vive un respiro de paz, pues Ramón ya se ha ido y aquel que antaño era gracia y risa, en los últimos años se convirtió en violencia, agresividad y estorbo. Así mueren los alcohólicos y Ramón solo tenía 32 años de edad.

EL ALCOHOLISMO EN LOS JÓVENES

Parecería que el mundo actual ha sido diseñado para el placer, y el ser joven y no participar de los placeres del alcohol es estar apartado de impacto sublime de las masas, así los medios de comunicación no se cansan en promover; como parte del glamour para las jovencitas que el tomar es imprescindible, así como tener un cigarrillo en la mano, dicen, el alcohol libera, desinhibe y da grandeza.
En el momento actual de acuerdo a estudios recientes el 23% de los niños de 12 a 15 años de edad ya están en contacto con el alcohol por lo menos una vez al mes; y de los adolescentes de 15 a 18 años de edad, el 52% lo hacen casi semanalmente; jóvenes después de los 20 años casi el 72% festejan por lo menos una vez a la semana. A este grupo correspondió Ramón, y él ya no está con nosotros.
El problema del alcoholismo en la adolescencia es un problema de salud pública, y dado que tiene diversas aristas, urgen medidas que contrarresten sus efectos. Disminuir la proliferación de sitios de venta.
Diseñar información constante de los efectos nocivos en su consumo, aceptando la libertad que el adulto tiene para comprar y tomar, y no así el adolescente que siempre requerirá de nuestra orientación y ayuda.
Incidir en la alta responsabilidad que los padres tenemos, para evitar la destrucción de nuestros hijos en este salto al vacío que se llama ALCOHOLISMO.
Reconocer que el alcoholismo es una enfermedad progresiva y mortal, y cuando se está atrapado entre sus garras, sólo se podrá sobrevivir estando siempre enfermo, por medio de los grupos de autoayuda llamados A.A.
Existen miles de Ramones en nuestro país que esperan en una fila inmensa un pasaje para la muerte.
Que pronto todos los que formamos parte de la sociedad iniciemos aventuras de vida, de consejos y de ayuda.
La vida es más bella sin alcohol.
 

Related posts