El drama de los refugiados
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Según datos del ministerio de Trabajo y Políticas sociales, en Italia habían desembarcado, hasta el 15 de diciembre 2015, un total de 11.921 menores no acompañados, incluyendo 550 chicas. Europol dice que 5.000 habrían desaparecido. Las cifras del gobierno italiano son algo inferiores: unos 4.000 resultarían desaparecidos.
Es una diáspora de pequeños Ulises con aventuras increíbles. Es el caso de Mohamed Keita: Tenía nueve años cuando una bomba destruyó su casa en Costa de Marfil matando a sus padres, mientras el país se desangraba en una guerra civil. Solo, analfabeto, sin tiempo para llorar y enterrar a sus padres, tuvo que escapar tras dedicarles una oración para encomendarlos a Alá.
Durante cuatro años, hasta llegar a Sicilia, procedente de Libia, con escala en Malta, pasó un infierno: un viaje terrible de 8.000 kilómetros, cruzando seis países, desiertos, mares, montañas, durante cuatro larguísimos años, con paradas obligatorias para ganar cuatro perras que debía pagar a los traficantes, mientras sufría continuas violencias. Esta historia, y la de otros menores como Mohamed que llegaron solos a Italia, la cuenta el periodista y escritor Luca Attanasio en su libro «El equipaje», publicado la pasada semana.
¿Cuántos Keita hay en Italia? Entre el 2013 y el 2015 las llegadas de menores inmigrantes no acompañados en este país han aumentado el 100 por ciento, superando la cifra de 15.000.
Cuando un menor emigra, por decisión propia o empujado por la familia, lo hace gastando a veces los ahorros familiares. Tienen que pagar entre 3.000 a 4.000 euros y a veces hasta 12.000. Cuando llegan a su destino, tras pasar mil calamidades, sufren además la pesada carga de tener que empezar a trabajar muy pronto para restituir la deuda y esfuerzo de sus familias.