El mundo en peligro de una gran guerra
El anuncio de Rohaní aumenta la tirantez entre Irán y EU, ya elevada a raíz de que Donald Trump declarara su voluntad de romper el pacto nuclear con Irán. Aunque ambos países no mantienen relaciones diplomáticas desde la toma de la Embajada norteamericana en Teherán en 1979, la negociación del pacto acercó a sus respectivos responsables de Exteriores, Zarif y John Kerry, y rebajó el nivel de hostilidad
El presidente de Irán, Hasan Rohaní, ordenó a los científicos de su país que empiecen a trabajar en sistemas marítimos de propulsión atómica. La medida responde a la convicción de que EU ha violado el acuerdo nuclear alcanzado en 2015 después de que el Congreso aprobara una legislación que facilita reintroducir sanciones contra Teherán y que el presidente Barack Obama tiene previsto firmar en los próximos días. Es la primera vez que el régimen iraní se muestra unánime al respecto.
“Estados Unidos no ha cumplido totalmente con sus compromisos en el Plan Integral de Acción Conjunta”, afirma Rohaní en sendas cartas dirigidas al ministro de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, y al responsable de la Organización de la Energía Atómica de Irán, Ali Akbar Salehi. Por ello, el presidente iraní instruye al primero que, en el plazo de un mes, prepare una queja legal para presentar ante el comité internacional encargado de supervisar ese pacto; y al segundo, el diseño de “un propulsor nuclear para su uso en el transporte marítimo” y los estudios para “el combustible nuclear” requerido por éste, antes de tres meses.
El texto no aclara si se refiere simplemente a barcos de propulsión atómica o también a submarinos. En 2012, cuando la tensión con Occidente por su controvertido programa nuclear se encontraba en máximos, Irán dijo que estaba trabajando en la construcción de su primer submarino nuclear.
Como entonces, los observadores internacionales cuestionan esas intenciones, ya que se trata de un esfuerzo muy costoso para obtener un escaso rendimiento estratégico. Sin embargo, podría servir de pretexto para volver a enriquecer uranio por encima del 20 %, algo que el JCPOA veta durante 15 años (hasta 2030).