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INTERESANTE NOVILLADA DEL DÍA DEL PADRE

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#ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO
●    Extraordinario encierro del hierro de Coaxamaluca el lidiado en la Monumental Vicente Segura, Javier Castro de Aguascalientes resultó el triunfador con corte de oreja y cornada en el escroto

Estimados Amigos, el mediodía de ayer se celebró la anunciada Novillada del Día del Padre, en la que partieron plaza el mexiquense Héctor de Ávila, el hidrocálido Javier Castro y el hidalguense Roberto Muraoka, quienes lidiaron un fino lote de seis ejemplares de la dehesa tlaxcalteca de Coaxamaluca, novillos muy bien presentados, con edad casi de toros, de bella lámina, que en conjunto promediaron 420 kilos de peso, todos ellos manejables, pero que exigieron el carnet a los alternantes, que por momentos se vieron por debajo de las condiciones de los astados, destacaron los corridos en primero, segundo, tercero, y quinto lugar, los otros dos sin ser malos fueron menos propicios que sus hermanos.
Héctor de Ávila, oro viejo y azabache, abrió plaza enfrentándose a “Chemon”, número 9, con 380 kilos de peso, de pelaje negro bragado bien puesto de pitones, que desde su salida hizo cosas de toro bravo, al que saludó el mexiquense con cinco verónicas de buena factura rematada con una media; quitó por tafalleras y ya con la muleta inició su labor con cuatro pases por alto cortando el viaje del astado, que se entera de lo que deja atrás quedándose corto cuando el joven torero de Tenancingo lo quiere pasar en redondo, descontrolado es trompicado por el burel que ya en el suelo lo prende de los machos de la pierna derecha de la taleguilla, quedando enganchado en el pitón por interminables segundo sin que lo pudieran liberar las asistencias, se levantó maltrecho y desconfiado ligando una apuradilla serie de muletazos en redondo con la derecha rematada con el de pecho, que le es aplaudida, se puso pesado con la espada hasta oír un aviso, retirándose al callejón en silencio.
En su Segundo, cuarto de la tarde de nombre “Gallo Viejo”, herrado con el número 12, un precioso ejemplar con 450 kilos, largo apretado de carnes, de pelaje cárdeno bragado, paliabierto de cuerna, De Ávila le instrumentó tres verónicas apuradillas rematadas con media. Con la sarga el novillero no llega a confiarse instrumentado una faena con series en redondo que no corresponden a la calidad del novillo, se pudo pesado con la espada hasta escuchar dos avisos, se va a las tablas entre tibias palmas.
Javier Castro, de salmón y oro, ha dado muestra de la experiencia acumulada a lo largo de las casi cuarenta novilladas toreadas, incluso en España; en primer término lidió a “Prieto”, número 16 de 450 kilos, negro bragado, bien puesto de pitones, un ejemplar de bonita lámina, que imponía, lo lanceó a la verónica rematadas con revolera, con la muleta comenzó su quehacer con un cambiado por la espalda en el centro del ruedo, un pase de pecho y otro cambiado en un palmo de terreno Javier se va acoplando con el novillo y le corre la mano aseadamente en tandas en redondo por el lado derecho, el astado rompe y la faena sube de tono, el joven hidrocálido se confía y ya para finalizar el trasteo busca pasarse por la espalda al burel que lo engancha cayendo de pie el torero el astado vuelve a hacer por él tirando el derrote lo alcanza en la entrepierna infiriéndole una cornada en escroto, auxiliado por las asistencias el joven coleta se niega ir a la enfermería volviendo a la cara del toro para instrumentarle una nueva tanda de ayudados por la derecha, se tira a matar consiguiendo una estocada hasta los gavilanes haciendo rodar patas arriba al pupilo de los Señores González, el juez otorga una oreja después de hacer repelar al respetable que la exigía con insistencia, y el noble astado fue ovacionado en el arrastre. Al término de la vuelta al ruedo paseando el apéndice auricular, Javier se fue por su propio pie a la enfermería, en donde fue suturado e infiltrado para salir a lidiar a su segundo novillo en sexto lugar, habiéndose corrido turno con Roberto Muraoka, para poder regresar al ruedo.
Así con el que cerró plaza, número 21, de nombre “HG”, con 420 kilos de peso, de pelaje cárdeno girón, lucero delantero de cuerna, que desentonó con sus hermanos, Javier se mostró empeñoso desde que lo recibió con dos emocionantes faroles de rodillas, para continuar con verónicas rematadas con media, sin embargo al toro le faltó emotividad y transmisión por lo que la labor de Castro con la muleta no alcanzó la altura deseada, sin embargo el pundonor del torero fue recompensado con una salida al tercio al término de su labor.
Como tercer espada actuó el paisano, de Apan, Roberto Muraoka que se enfrentó en primer término al tercero de la tarde de nombre “Cuate”, herrado a fuego con el cabalístico número 13, con 430 kilos de peso, de pelaje negro zaino, tocado del pitón derecho, un toro precioso apretado de carnes, largo bien, rematado; con este astado Roberto no se pudo acoplar con el capote, con la muleta inició su faena con muletazos por alto caminando de las tablas a los medios, el toro empuja fuerte y con codicia, lo que provoca que al terminar un pase de pecho el toro se quiebre la mano derecha por lo que Roberto tuvo que pasaportarlo sin mayor preámbulo, no sin pasar fatigas al oficiar con el estoque.
En su segundo corrido quinto lugar, por el percance de Javier Castro, de nombre “Campirano”, número 6, con 385 kilos, aunque aparentaba más el morlaco, de pelaje cárdeno nevado, caribello, cornivuelto de astas, Roberto de vio más confiado al torear de capa, instrumentando tres verónicas aceptables bien rematadas con una media, su labor con la muleta la inició doblándose con el astado que tuvo buen estilo, haciéndose de la embestida, para a continuación lograr muletazos de buena factura, por desgracia de uno en uno, sin ligar debidamente las series, sin embargo fue jaleado con fuerza por la galería, se puso pesado con la tizona por lo que perdió por lo menos una oreja.
Al final del festejo los aficionados que hicieron un tercio de entrada, salieron satisfechos.
Por ahí nos vemos ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO si Dios lo permite.