Inflación imperturbable ante los aumentos de la electricidad y gasolinas

Los aumentos en las tarifas de electricidad y las gasolinas en el mes en julio y agosto parecen no haber provocado ningún efecto en los costos de producción, lo cual resulta increíble

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ha informado que el Índice Nacional de Precios al Consumidor se incrementaron en 0.28% en el mes de agosto pasado, respecto a julio; por lo que los precios se incrementaron en 2.73%, en promedio anual, mayor que la inflación anual registrada en el mes de julio, la cual llegó a 2.65%, según los datos del INEGI. Pero considerando los datos de la inflación subyacente, que descarta los precios de bienes y servicios con mayores variaciones, la inflación aumentó en 0.19%, situándola en 2.96%, en promedio anual, menor en un punto al 2.97% registrado en julio.

Parece extraordinario que México tenga ahora una inflación menor al 3%, como si se tratara de un país desarrollado, algunos de los cuales hoy tienen niveles de inflación cercanos a cero puntos que les preocupa, por lo que uno se pregunta ¿Acaso las precios no responden al incremento de las tarifas eléctricas y de las gasolinas? ¿Serán inelásticos, desde el punto de vista económico?

Los aumentos en las tarifas de electricidad y las gasolinas en el mes en julio y agosto parecen no haber provocado ningún efecto en los costos de producción, lo cual resulta increíble, pues las tarifas que sufrieron incremento fueron las de uso industrial. Algo está pasando en la economía mexicana, una economía que el gobierno quiere mantener con excelentes cifras macroeconómicas, aunque la frialdad de las estadísticas no revele la realidad de la situación económica del país.

Los precios de la canasta básica con que se mide el INPC podrían estar a la baja por varias razones; la primera de ellas es que la oferta de productos y servicios fuera tan amplia y abundante, que los vendedores o oferentes, se vieran obligados a bajar sus precios para vender; otra razón podría ser que los ingresos de los hogares hubieran caído tanto que no tuvieran recursos para comprar, estaríamos hablando de una restricción de la demanda global de los hogares, lo que podría hacer que los oferentes se vieran obligados a bajar sus precios para recuperar al menos sus precios de producción.

Es posible que esos datos de inflación estén realmente reflejando la realidad de la economía, la creación de empleos sí, pero de mala calidad, mal pagados, reduciendo los ingresos de los hogares vinculados con el mercado formal del trabajo; mientras que en el otro extremo, tendríamos a millones de hombres y mujeres expulsados del mercado formal del trabajo ganándose la vida vendiendo cualquier producto o realizando cualquier servicio para sobrevivir.

Hay que recordar que el INEGI ha señalado que el aumento del número de hombre y mujeres que trabajan en la economía informal supera el 57.1% de la Población Económicamente Activa (PEA), frente a la absurda cifra de desempleo que indica que sólo el 3.8% de la PEA está desocupada, menos de 3 millones de personas. Por lo que, sí existen más de 30 millones de personas sobreviviendo en la economía informal, entonces su poder de compra sería reducido y no tendría ningún impacto en la demanda global de la economía y los precios.

Recuerde que hace un mes, los ciudadanos estaban apenas digiriendo el aumento de los precios de las gasolinas y las tarifas eléctricas, los cuales debieron tener ya un impacto en los costos de producción y los precios, se incrementó el litro de Magna de 13.40 a 13.96 pesos, el litro de la Premium de 14.37 a 14.81 pesos y el de diésel de 13.77 a 13.98 pesos, y ahora se anuncia un nuevo aumento; mientras que a partir del 1 de septiembre la Magna pasó a costar 13.98 pesos por litro, el Diésel se ajustó 47 centavos, vendiéndose a 14.45 pesos el litro, sólo la gasolina Premium se conservó al mismo precio de 14.81 pesos por litro.

Pero las tarifas eléctricas no han permanecido inamovibles. Al iniciar el mes de julio la Comisión Federal de Electricidad (CFE) informó que las ajustaría producto del incremento de los precios de los combustibles para producirla, haciendo que la utilizada para el sector industrial aumentara entre el 2 y el 5% y para el sector comercial de entre 5 y 7%; mientras que para los hogares de alto consumo, que pagan la Tarifa Doméstica de Alto Consumo (DAC), el incremento sería del 6.8%.

Más tarde, al concluir agosto la CFE aumentó de nuevo las tarifas para el sector industrial y comercial, así como las del sector doméstico de alto consumo, haciendo que las tarifas para el sector industrial en el mes de septiembre se incrementen entre el 6.5% y 8.4%, respecto a septiembre del 2015; en tanto que para el sector comercial, el incremento será de entre 8.6% y 9.4% y la tarifa DAC, aumentó en 9.3%, en promedio anual. La CFE había informado que a partir del mes de agoto todas las viviendas, comercios y la industria que consumieran más electricidad, tendrían un incremento del 9% en las tarifas que venían pagando, respecto al mismo periodo de 2015, lo que hizo que por segunda vez las tarifas eléctricas para la industria y el comercio se vieran incrementadas entre el 2.54% y 3.36%, desde el 1 de agosto.

¿Será posible que los incrementos en la electricidad y los combustibles no afecten los costos de producción de las empresas y que no se reflejen en el aumento de los precios? Hemos presenciado el circo montado en Brasil contra la presidenta electa por más de 54 millones de votos, acusada de maquillar las cuentas públicas, será que en México el gobierno y sus instituciones estén maquillando las estadísticas y los ciudadanos permanezcamos al margen, inmutables frente a lo absurdo de un escenario macroeconómico de fantasía.

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