Independencia catalana, dolorosa como en las antiguas colonias de América

El líder de los independentistas, Carles Puigdemont, se encuentra exiliado en Bruselas y sigue reclamando ser el presidente legítimo de Cataluña

Desde la llegada de los españoles a las Antillas en 1492 hasta la salida de los españoles de Cuba en 1898 la independencia de Cuba en 1898, pasaron 406 años en los cuales la población originaria de las Américas fue exterminada prácticamente en un 95% del total. Fueron años y años de guerras para conseguir la independencia de las colonias españolas en América, de 1808 hasta 1894 debieron morir indios, negros, mulatos, zambos, criollos y blancos hasta lograrla.

Las ambiciones de independencia de antiguos pueblos en el mundo hasta hoy sometidos, como los catalanes y los vascos, no pueden hacer otra cosa que rememorar esas batallas sangrientas que nadie desea que se vuelvan a producir ahora. Sin embargo, los oídos sordos y la cerrazón al diálogo de los gobernantes están empujando al uso de la violencia a los pueblos que anhelan ser independientes en Europa y Medio Oriente.

Aunque ha pasado más de un siglo, el gobierno español sigue usando los mismos métodos utilizados para evitar la independencia de sus colonias en América en Cataluña, encarcelamientos y represión. Los independentistas catalanes no se han doblegado frente a la corona española, frente a los recursos legales esgrimidos, frente a la represión judicial y el exilio forzado de algunos de sus líderes, ellos ha vuelto a obtener la mayoría de los escaños en el parlamento catalán.

El líder de los independentistas, Carles Puigdemont, se encuentra exiliado en Bruselas y sigue reclamando ser el presidente legítimo de Cataluña. Pese a que su partido de derecha, PDECAT, ha perdido terreno quienes lo apoyan han logrado 34 escaños; su lucha sigue centrada en la defensa de Cataluña y el restablecimiento de las instituciones catalanas, ahora bajo la tutela de Madrid después de la declaración unilateral de independencia del pasado 27 de octubre.

El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, pretendió aplastar la independencia de Cataluña convocando a elecciones después de la declaración unilateral de independencia, esperando que al hacerlo neutralizaría a los independentistas y movilizaría a los partidarios de mantener unida a Cataluña con España, pero lo que ha hecho Madrid sólo ha servido para fortalecer los sentimientos de identidad de los catalanes y sobre todo, el deseo de independencia definitiva del reino de España.

Las elecciones en Cataluña han servido para que los independentistas fortalezcan su posición en el poder, pero también para hacer a un lado al Partido Popular de Rajoy en esa autonomía española, que sólo logró tres diputados, dejando a los unionista en una situación complicada para detener los embates de los independentistas en el parlamento catalán, lo cual podría llevar una y otra vez a nuevas elecciones hasta obtener el resultado deseado; no obstante, la centroderecha se ha convertido en el instrumento contra los independentistas, al lograr 37 escaños, atrayendo adeptos del Partido Popular y Socialista.

Nadie sabe hasta hoy que pasará con Carles Puigdemont aún prófugo en Bruselas ni con los líderes catalanes encarcelados, pero una cosa es segura, Rajoy no podrá encarcelar o expulsar de España a todos los catalanes y colonizar su territorio españoles de pura cepa. Cada vez más la Unión Europea se ve acorralada para intervenir en el conflicto y, quiera o no, deberá imponer la negociación entre Barcelona y Madrid para llegar a un acuerdo, aún cuando los sueños de independencia de los catalanes sigan siendo  eso, un sueño, como el de el de los kurdos de Erbil en Irak, o los de todo el pueblo kurdo sometido en Turquía, Irán y Siria.

Rajoy no podrá callara las voces de independencia de los Catalanes y hacer frente a la crisis económica por la que atraviesa España. El insistir en la utilización de mecanismos legales para detener las aspiraciones de independencia de la mayoría de los catalanes, sólo puede afectar la recuperación de la economía española y agudizar los conflictos en Cataluña, asustara los inversionistas, mientras se siga negando al diálogo para solucionar un problema real que enfrenta España en sus comunidades autónomas, incluido el pueblo vasco.

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