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Incrementos insensibles…

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PIDO LA PALABRA
Cuando falta el alimento puede salir a flote lo más negativo de las personas y es ahí en donde está el riesgo de darnos circo pero quitarnos el pan

El maíz es base de la dieta del mexicano, por ello, si el precio de la tortilla sube, como es prácticamente un hecho, los mexicanos (de la clase media para abajo) terminaremos comiendo puro chile, desde luego, me refiero que para sustituir en el delicioso platillo popular de los chilaquiles la ausencia de los rechonchos totopos de maíz usados en su elaboración, se tendrá que poner en el guiso más chile que el acostumbrado, y ya ni siquiera nos hagamos la ilusión de aderezarlo con un huevo revuelto para que apriete el sabor, pues si la sabiduría de la abuela no nos falla, entonces también estaremos hablando de una alza al precio de ese producto.

Como decía Rius: “La panza es primero” y en este momento esa es la parte anatómica que más nos está doliendo, sea por la escasez de alimento, sea por el disgusto que nos ocasiona el ver cada día la insensible alza de precios; el darnos cuenta que el escasísimo poder adquisitivo cada día se hace más insostenible, tan insostenible como la tolerancia que la ciudadanía suele tener ante las adversidades.

No olvidemos que un padre de familia común y corriente en su vida cotidiana puede resistir muchas cosas, puede aguantar el mal humor de su jefe, puede soportar la arrogancia de la persona que lo atiende detrás de un mostrador en alguna oficina de gobierno, pero lo que no puede soportar y es muy en serio, es que sus hijos le pidan para comer y lo que gana para ello no le alcance para maldita la cosa.

Y es en ese preciso momento en donde puede cambiar la sui generis forma de vivir de los mexicanos, en donde de todo hacemos un chiste, en donde de cualquier cosa le buscamos el lado amable, pero cuando falta el alimento, puede salir a flote lo más negativo de las personas y es ahí en donde está el riesgo de darnos circo pero quitarnos el pan.

El horno no está para bollos, y las medidas a adoptar deben ser de inmediato para evitar la especulación de los hambreadores que pretender enriquecerse a costa de las necesidades del pueblo; pero no es con declaraciones oficiales ni con manifestaciones ambiguas como la de que “no se va a permitir que haya un incremento injustificado al precio de las tortillas”, si analizamos la expresión, nos damos cuenta que el alza es inminente, y nos dirán que si se justifica.

Ya no nos chupamos el dedo, pues sabemos que el problema no se encuentra en el expendio de tortillas de la esquina, o en los productores informales de ese alimento, ¿qué tanta competencia puede representar la señora del canasto que vende sus tortillas en el tianguis?, el problema está en los consorcios de la masa y del maíz que nos les importa el hambre y la tranquilidad social.

Importar maíz es buena medida en principio, en tanto sirva para equilibrar la ley de la oferta y la demanda y tienda a reducir el precio de la tortilla, pero paralelo a ello, se debe voltear la vista nuevamente al agro mexicano, sacarlo del abandono en el que por muchos años se le ha dejado y que causa de ello muchos prefirieron emigrar a Estados Unidos de Norteamérica, pues México dejó de ser el Cuerno de la Abundancia, si es que alguna vez en realidad lo fue; se debe reactivar la producción en el campo y suministrando para ello la tecnología y los recursos económicos necesarios, más ahora que se tiene el riesgo de que miles de mexicanos sean repatriados.

Aprovechando este estado de crisis, seguramente los suspirantes del voto querrán usarla como bandera, pero ello no debe ni extrañar ni mucho menos espantar a nadie, pues ya sabemos que como cuchillitos de palo siempre estarán buscando como auténticos oportunistas el momento para hacerse notar y sacar provecho de una situación que debe ser centro de atención para resolver y no para polarizar como es su desgraciada costumbre.

Lo que debe importar es la difícil situación de millones de mexicanos cuya dieta aún sigue siendo de frijoles, tortillas y chile; y si la tortilla ha dejado de ser un artículo de primera necesidad para convertirse en un artículo de lujo, entonces sí que debemos preocuparnos, ya que entonces corremos el riesgo de que los totopos y no los cocolazos se empiecen a poner de peso.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.