Home Nuestra Palabra Miguel Rosales Incertidumbre… 

Incertidumbre… 

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Incertidumbre… 

Pido la palabra

Cuando llega la noche y las cosas no han salido como uno las esperaba, comienza la desesperación; el cansancio provoca que nos invada la incertidumbre; el diario desgaste poco a poco va minando nuestras fuerzas; el fragor de la lucha va adelgazando el ánimo y  las metas cada vez se hacen más pesadas.

Y aún y con todo ese peso a cuestas, sabemos que es nuestro deber seguir adelante; descansar no está en el programa de los que sabemos que el tiempo se agota para una segunda oportunidad; el explorar nuevas opciones con la vida y el tiempo en nuestra contra ya no es tan sencillo; ahora cada paso lo debemos tener bien medido, pues inexorablemente cada paso se convierte en un fin en sí mismo.

Las generaciones que caminaron adelante de nosotros, quitaron las piedras con las que ellos tropezaron, y aprendimos de su experiencia; nosotros haremos lo mismo con esa pléyade de generaciones que muy de prisa ya nos están alcanzando; trataremos que nuestra vacilación no la heredemos a ellos; aunque a veces es necesario tropezar con nuestras propias piedras cuando nos obstinamos en no aprender de la historia.

La noche cae y los miedos nos acorralan, pues para muchos el mañana solo es un día más y no un nuevo amanecer; la vida los ha golpeado y no los ha dejado nuevamente extender sus alas al vuelo.

No es esa la actitud que debemos enseñar; el tiempo para los jóvenes es inconmensurable y es su obligación darle buen uso; pues quizá tarde nos habremos dado cuenta que el no respetar esa premisa de la vida, nos pondrá ante el inevitable pago de facturas, y el tiempo nos cobra muy caro su desperdicio.

¿Mañana?, no sabemos lo que sucederá, el futuro es incierto, y quizá sea mejor no saberlo, pues de lo contrario el enigma de la vida estaría resuelto, y su consecuencia es que esa certeza nos llevaría a la pérdida de ese espíritu de lucha que muchos todavía conservan, pues no todos se han abandonado a su suerte, esa suerte que, aún y con las escasas fuerzas que poseemos, nos negamos a depender exclusivamente de ella.

La incertidumbre nos debe mover hacia adelante, para crear, para construir, pero sin olvidar nuestros valores de convivencia; algún día será el último, pero hasta en ese instante tendremos la cabeza levantada, para decir muy fuerte, que nuestros miedos y nuestras indecisiones, solo fueron el acicate para nuevas proyecciones de vida.

Nuestros sueños nos impulsarán a que poco a poco vayamos alcanzado nuevas alturas; alturas que nos mostrarán una nueva dimensión del horizonte que habremos de recorrer para llegar a ese lugar soñado, en donde seguramente seguiremos soñando con nuevas conquistas, con otras metas; todo ello ocurrirá al tiempo de que los sensatos, los cuerdos, los que nos tacharon de soñadores o idealistas, seguirán viendo de lejos el agua de ese océano de sueños al que les da pena o miedo meterse a nadar; sigamos soñando, pues al final de los tiempos nos daremos cuenta que, como decía Calderón de la Barca, la vida es simplemente un sueño, y hoy digo que esa es la razón para no tener miedo a la incertidumbre del mañana.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.