Covid-19 y violencia doméstica
Las medidas que la Organización Mundial para la salud ejecutó a fin de evitar la propagación de la pandemia del COVID-19 con el confinamiento y aislamiento social, han impactado fuertemente en la carga del trabajo doméstico y de cuidados en las mujeres y las niñas, en la agudización de las desigualdades frente a los hombres en el acceso a derechos, y en la violencia que reciben en todas sus manifestaciones.
Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social en México, las mujeres antes de la pandemia dedicaban 22 horas a la semana a quehaceres domésticos y 28 horas a las labores de cuidados, representando 2.5 veces más del tiempo que los hombres dedican a estas actividades, situación que por la contingencia ha aumentado al triple.
El cierre de los centros educativos como medida preventiva incrementó el trabajo de las tareas domésticas no remuneradas, así como el cuidado de las hijas e hijos o personas enfermas en el hogar, en hospitales u otros espacios de atención médica, que por roles y estereotipos han sido asignados exclusivamente a las mujeres.
La producción de bienes y servicios esenciales para la vida que ejercen las mujeres, convierte a los hogares en un espacio donde todo ocurre: la preparación de alimentos, la limpieza de la casa, la realización de tareas escolares, la transmisión de conocimientos y valores, actividades de apoyo físico y emocional, el acompañamiento a las personas para garantizar su bienestar, esto sin dejar de soslayar el trabajo productivo remunerado de algunas mujeres.
Por tal motivo, el escenario de la desigualdad entre mujeres y hombres se ve altamente favorecido, debido a que la repartición de tareas no está distribuida equitativamente, por el contrario, esta sobrecarga de trabajo recae en las mujeres y las niñas sin reconocimiento social ni económico.
Como si fuera poco, además de la sobrecarga de cuidados y el fortalecimiento de la desigualdad, se ha incrementado la violencia contra las mujeres en sus distintas manifestaciones originada básicamente por tensiones económicas, dejando a las víctimas atrapadas en el confinamiento junto con su generador de violencia que en mucho de los casos son incapaces de buscar ayuda para impedir las agresiones.
Esta baja económica se debe principalmente a que muchas mujeres dedicadas al trabajo informal se quedaron sin fuente de ingresos en razón a que las empresas cerraron afectando a su clientela, y por consecuencias sus ventas, o bien, en los casos del trabajo remunerado, tanto mujeres como hombres perdieron su empleo.
Por tanto, uno de los desafíos más importantes es la reorganización social de los cuidados para alcanzar la plena corresponsabilidad entre el estado, el mercado y las familias, haciéndose necesario reorientar las prácticas culturales desde el ámbito familiar para avanzar hacia una mayor corresponsabilidad entre mujeres y hombres en el uso del tiempo que redefinen con perspectiva de género los roles de las y los integrantes de las familias.
De esta manera y en acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, se podrá evitar que por cada 3 meses que continúe el confinamiento, existan 15 millones de casos adicionales de violencia de género.
¡Transitemos de una cultura machista y patriarcal a una cultura de responsabilidad compartida!
*Patricia González López se incorpora a partir de este y todos los sábados a la plantilla de nuestros colaboradores permanentes. Posee una amplia experiencia en materia de género, educación y gobierno. La columna que hoy reaparece en DIARIO Plaza Juárez, tiene como origen sus participaciones en el diario El Sol de Hidalgo. Damos la bienvenida a Paty, con la certeza de que sus artículos guiarán en muchos sentidos el camino hacia el entendimiento y comprensión entre sus lectores.