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Iglesia prohíbe esparcir cenizas de difuntos o tenerlas en casa

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Quiere los lleven al cementerio

●    El incumplimiento de esta medida puede suponer la negación del funeral al fallecido

La prohibición pretende evitar cualquier “malentendido panteísta, naturalista o nihilista… Y va más allá: “En el caso de que el difunto hubiera sido sometido a la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le ha de negar el funeral”.
La Iglesia católica sigue prefiriendo enterrar a los muertos, pero en el caso de que por razones higiénicas o por la voluntad expresa del finado se optase por la cremación, prohíbe que las cenizas sean esparcidas, divididas entre los familiares o conservadas en casa.
Según el documento “Instruccion Ad resurgendum cum Christo”redactado por la Congregación para la Doctrina de la Fe –antes Santo Oficio- la prohibición pretende evitar cualquier “malentendido panteísta, naturalista o nihilista”.
Advierte que “no se permite la dispersión de las cenizas en el aire, tierra o agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería u otros artículos”.
Justifica la elaboración de un documento tan drástico como reacción a las nuevas prácticas en sepultura y cremación “contrarias a la fe de la Iglesia”.
La conservación de las cenizas en el hogar solo se contemplará “en casos de graves y excepcionales circunstancias”, o cuando una persona lo pida “por piedad o cercanía”, explicó el consultor de la Congregación, el español Ángel Rodríguez Luño, en la rueda de prensa.
Para la Iglesia, “la conservación de las cenizas en un lugar sagrado ayuda a reducir el riesgo de apartar a los difuntos de la oración”. Además, “se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas”.
Señala que las cenizas deben mantenerse “en un lugar sagrado (el cementerio) o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente. El prefecto de la Congregación, el alemán Gerhard Mueller, dijo: “Los muertos no son propiedad de los familiares, son hijos de Dios, y esperan en un campo santo su resurrección”.