El gremio de camioneros de Brasil, el país que más depende de las carreteras en el mundo, cumplió ayer cinco días de una huelga que se está convirtiendo en una crisis nacional. Por todo el país hay hospitales desabastecidos, los supermercados se van quedando vacíos y cada vez más aeropuertos cancelan vuelos nacionales e internacionales. Los conductores protestan por el astronómico precio del combustible, algo a lo que el anémico Gobierno del presidente Michel Temer no ha sido capaz de ofrecer solución.
Lo que el pasado lunes era una serie de manifestaciones aisladas en ciertas autopistas brasileñas, la protesta de algunos camioneros del país por el precio del combustible, ayer se había convertido en una crisis nacional. Casi la mitad del millón de conductores que conforman el gremio llevaban cinco días sin trabajar, lo que ha acabado dejando a Brasil, el país quinto más grande en extensión geográfica del planeta y el más dependiente en sus carreteras, reducido al papel de prácticamente un rehén.