Hoy por ser Día del Abuelo…

DE CUERPO ENTERO

La esperanza de vida en el mundo, y en particular en México, se ha incrementado en forma significativa; si cuando se descubrió América era de apenas 35 años, ahora es cercano a los 85 para las mujeres, y 75 años de vida para los hombres. En la medida en que la tecnología médica avanza, y los cuidados en la vida cotidiana se incrementan, surgen nuevas rutas para vivir más, y la pregunta sería sin ambages: ¿Para vivir mejor?
    La realidad es que en nuestra patria, de acuerdo al Instituto Nacional de Salud Pública, en la proporción que la población llega a la vejez (arriba de los 60 años de edad), se incrementa la pobreza, la desigualdad, y se exhibe la ausencia de ayuda gubernamental a este sector de ciudadanos. Cada día aumentan más las cifras de adultos mayores, la mayoría sin una pensión digna, y lo más doloroso, con frecuencia navegando en una soledad y abandono que la nueva realidad laboral ha diseñado.
    Por mucho tiempo existió el paradigma tan absoluto como frágil, de que al tener muchos hijos éstos se convertirían pasado el tiempo en vigilantes atentos por el bienestar de los viejos; así las cosas, su futuro estaría ya asegurado en recompensa por las fatigas en su crianza.
    La realidad cruda es que habitualmente nada de esto sucede por dos aspectos fundamentales:
    1.- El ser padres es una elección de amor y no de inversión. La obligación con respecto a los hijos es criarlos, formarlos, acompañarlos y soltarlos. No se tienen para que después “vean por mí”, porque eso sería crear una carga injusta. El hombre joven, ahora, debe empezar a ahorrar para el retiro, y no esperar la pensión por parte de los hijos; la única gratificación que podemos espera de los hijos es verlos triunfar y que circulen por el mundo como buenas personas.
    2.- El joven que inicia su vida laboral y más cuando ya lo hace con esposa e hijo, se enfrenta a trabajo mal pagado, sin prestaciones y con horarios que no terminan, y aunque sienta el deseo de ayudar a sus viejos, le será imposible porque su prioridad serán siempre su nueva familia.
Por todo esto, cuando celebramos a los abuelos, se dibuja en una suerte de gratitud, pero siempre sembrada en el mercadeo y en la promoción de ventas exaltando el amor y la culpa.
Es innegable que el mundo del siglo XXI está siendo diseñado para la gente joven, el viejo empieza a estorbar porque no atina involucrarse a tiempo en este maremágnum de movimientos.
De acuerdo a la OMS el MALTRATO A LAS PERSONAS MAYORES va en aumento, se calcula que una de cada seis, es víctima de maltrato.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), declara que se trata de un problema de salud pública, y que se define como aquel acto único o repetido que causa daño o sufrimiento a una persona mayor, o la ausencia de medidas apropiadas para evitarlo, y que se produce en una relación basada en la confianza como la familia. Puede adoptar diversas formas: física, psíquica, emocional, sexual y de confianza.
En otras palabras, estamos ante hechos de ventaja y prepotencia.
-Se ejerce maltrato cuando con enfado nos incomoda que el viejo ya no escuche bien y le tengamos que repetir nuevamente;
-Se ejerce maltrato cuando nos irrita que nos platique nuevamente la misma historia de hace mucho tiempo, “eso ya me lo contaste muchas veces mamá”;
-Se maltrata cuando con la “tecnología de punta”, ahora las instituciones bancarias quieren que el viejo aprenda a usar los cajeros para depositar, cuando esto le causa angustia y no atina a teclear con certeza, y prefiere que alguien le ayude con los consabidos riesgos, pero eso sí, los bancos presumen: “Nosotros siempre pensando en la gente”;
-Se maltrata y con creces al viejo cuando con el afán de tener un ingreso nuevo, y atendiendo al regalo del presidente de la república con su donativo de 70 y más, debe formarse horas y horas en la calle para pasar al banco, ante alguien que habitualmente lo ve con desprecio, -claro con honrosas excepciones-, exhibiendo el “donativo” como daga que lastima su dignidad.
Maltratamos diariamente a los viejos, porque ya no producen y se convierten en una carga, aunque lo que somos ahora, seguro fue gracias a sus esfuerzos cuando fueron jóvenes.
Los viejos son los jóvenes de apenas hace algunos años; el tiempo les empieza a impregnar de limitaciones y enfermedades que hacen que sus movimientos sean lentos, y su comprensión más pausada.
No quieren compasión franciscana, sino solo oportunidades. Seguro que no quieren ser carga para nadie, pero cuando han dado todo a los hijos por mucho tiempo, su pobreza se hace evidente y su destino muy incierto. Los viejos no quieren recriminar a los hijos porque sabían que esta era la historia, sino solo una oportunidad de ser dignos, autosuficientes y merecedores de una brecha segura.
Nuestro México con la 4T debería enlistar entre sus prioridades un abanico de posibilidades para todos los viejos; desde facilidades de trabajo, hasta casas de descanso DIGNAS, y no asilos como se ha estilado siempre.
La dignidad no se dibuja a placer en el cuerpo mismo, se plasma como espejo en el que tenemos en frente, y así, sin darnos cuenta se irá dibujando en nuestras vidas para ser merecedores de este planeta.
El día de abuelo debe ser siempre y a cada instante, porque pronto se irá, y será tarde cuando quieras decirle que lo quieres, o que creas que se compensará si le llevas mariachi a su funeral.
En fin, que este 28 de agosto –Día del Abuelo- nos sirva de reflexión honesta, y empecemos a construir eslabón a eslabón nuevas actitudes, porque muy pronto estaremos navegando en este rio, sino es que ya hasta vamos de salida.
FELICIDADES.

¿QUÉ ES SER ABUELO?

Es el anciano con la cabeza inclinada por el desgaste de una columna ya vieja, que siempre tienen un SI para las voces ocurrentes de los nietos;
    La mujer hacendosa con la cabeza blanca que aun atina a cocinar sabroso, y aunque pasen los años sabe el platillo favorito de cada hijo, y lo sigue viendo como si fuera un niño;
Es el viejo que abre los ojos como platos, cuando escucha por teléfono: “te quiero mucho abuelito”;
Es la mujer madura pero esbelta, que presume a sus nietos como los niños más perfectos,  y que gusta que le hablen por su nombre;
Son aquellos viejos con caras de buena gente, que aun teniendo diez nietos, se acuerdan –con dificultad- de cada nombre y saben repartir en partes iguales su amor siempre eterno;
Son los que saben esperar siempre, si éste fin de semana no los visitaron, hacen que nazca de inmediato la esperanza de que ya será el próximo domingo;
Pero también son aquellos que la vida no les dio la oportunidad de saborear la palabra “nieto” y que, en una ensoñación sin demanda, disfrutan de los nietos que pudieron haber tenido, y que reparten el amor con sobrinos como reyes magos en época de barata;
Son los que se quedaron solos, pero al estar juntos no solo se acompañan y se ayudan, sino se siguen amando, aunque ahora las cosas se realicen en forma lenta y a veces con más dificultad;
Es el que tiene la experiencia más maravillosa de la vida, y que no se aprende de libros o maestrías; es el haber vivido semanas y meses contra huracanes y dolencias, pero que ahora está allí, contando historias fantásticas a sus nietos, y estos con los ojos abiertos imaginan a su abuelo mejor que a Superman o el capitán América;
Los abuelos son a los que ya les duele todo, y cada mañana como si fueran dulces toman pastillas hacedoras de milagros, porque cuando llega el nieto se dibuja en sus rostros sendas sonrisas que solo hablan de una eterna salud;
Los abuelos son los que ven con dificultad y escuchan con poca claridad, los que se dan cuenta muchas veces del hastío del hijo por repetirles muchas veces las mismas palabras, y que ellos para que no se enojen hacer creer que entienden todo;
Los abuelos son lo que siempre estarán prestos a ayudar a sus nietos, sacrificando sus ahorros, o ser los mediadores con sus padres porque los aman para siempre;
Los abuelos ya son viejos con caminar lento, pero con un corazón tan grande que nunca se cansan, porque un nieto es la mezcla maravillosa de sus hijos sazonados con el tiempo.
Los abuelos solo quieren un poco de paciencia, y sabrán como antaño levantar el vuelo por cielos infinitos.  

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