Hidalgo 151 años: recuperar el proyecto de cambio

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El estado de Hidalgo cumplirá 151 años, el próximo 16 de enero, como estado “libre y autónomo”. No es un año más sin sentido histórico. tiene importancia porque este es un año político y se renovarán las autoridades municipales, con lo que se despiertan expectativas de las posibilidades de que cambien las condiciones precarias de vida que se han tenido por más de un siglo, para la mayoría de hidalguenses.

    Entran y salen gobernantes, las cosas no parecen cambiar en la realidad, parece que prevalece un saldo enorme con las necesidades de su población. Por ello es importante recobrar el pasado, fundamentalmente para analizar críticamente el presente y mirar hacia el futuro. Creado el 16 de enero de 1869, en la época en que el país vivía condiciones de fragilidad y precariedad política en tiempo del Presidente Juárez, quien hizo esfuerzos mayúsculos por organizar la república liberal y evitar el caos y la autarquía.
    Cuando se constituyó el estado de Hidalgo, México apenas dejaba de ser un territorio de súbditos, con derechos políticos restringidos, que sólo ejercían las élites y donde el voto y los procesos electorales aún no se practicaban completamente, a pesar de estar ya establecidos en la Constitución federal de 1857. Luego del primer gobernador provisional de Juan C. Doria, y el primer gobernante constitucional Antonio Tagle en 1870 a la actualidad con Omar Fayad Meneses electo en 2016, la entidad ha tenido 32 gobernadores electos en comicios constitucionales.
    Los rasgos y perfiles socioeconómicos y políticos del estado se deben encontrar en su origen histórico. El predominio del poder económico (terratenientes, hacendados y rancheros) en el siglo XIX fue decisivo en las regiones rurales hidalguenses, junto a ellos y bajo su yugo una masa abundante y desposeída de población, campesinos e indígenas quienes carecían de todo tipo de derechos.
    Las condiciones de incomunicación, donde florecieron los regionalismos, el analfabetismo y pobreza absoluta fueron elementos que contextualizaron hasta bien entrado el siglo XX la vida política de la mayoría de hidalguenses. Las élites políticas se negaron sistemáticamente al cambio social.
    En el porfiriato se conformó un largo control político iniciando la era del caciquismo y caudillismo local. Los hidalguenses supeditados, no conocerían los derechos políticos plenos hasta después de la Revolución mexicana y el inicio de la etapa constitucionalista de 1917. Ante la dispersión de grupos políticos y la extensión de pequeños “partidos locales”, en medio de la crisis ocasionada por el magnicidio del reelecto Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles convocó a la “unidad revolucionaria” y la formación del Partido Nacional Revolucionario (PNR), antecedente del PRI , y con ello se establece uno de los pilares del sistema político mexicano.
    Durante todo el siglo XX se vivió un sistema de partido único, que en México permaneció hasta el año 2000, en que sobre todo en los últimos años se fue renunciando a las políticas sociales emanadas de la revolución mexicana y a “importar” y copiar modelos que impactaron fuertemente las condiciones sociales.
En los últimos tres sexenios presidenciales de Fox a Peña Nieto se impulsaron políticas neoliberales, que representaron una nueva etapa de exclusión social, pobreza y saqueo de los recursos naturales del país, a costa de la destrucción del tejido social, que fueron seguidas por los gobiernos locales, con el agravante de la corrupción generalizada.
En junio de este 2020 en Hidalgo se realizarán elecciones en los 84 municipios, tendrán por primera vez la promesa del gobierno federal de que no habrá fraudes. Es una nueva oportunidad para que se puedan delinear proyectos que saquen a la entidad del marasmo secular y del subdesarrollo que lastima. 
Ante el cambio político del 2018 donde el voto popular fue un protagonista, gobiernos, organismos electorales, partidos y candidatos deben responder a esta nueva etapa. Debe haber un claro compromiso por abrirse a un régimen de pluralismo y conformar nuevos gobiernos municipales comprometidos con los intereses de la mayoría. Se debe recuperar la memoria histórica para aprender y corregir. Un pueblo que olvida, que no tiene conciencia, está condenado a repetir los errores. Sólo así se podrá avanzar en el nuevo siglo.
 

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