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HERRERA Y SUS EXPULSIONES AUTOMÁTICAS

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#EL FONDO DEL MEOLLO

    •    No hay nadie, por más ganador y mediático que sea, que esté por encima de la institución, ya se lo advirtieron, pero parece no importarle





Demasiada inestabilidad en quien debiera ser el líder del equipo. No se le ve cómodo. Miguel Herrera está desafiando a todos en el América, empezando por el dueño.
Tercera expulsión de la temporada y todas han sido en partidos en los que a su equipo lo superaron y hasta lo humillaron. Tres derrotas en el torneo y tres expulsiones, contra Atlas, Cruz Azul y Santos, solamente demuestra que, o lo hace a propósito para no dar la cara en la conferencia de prensa, o bien, no sabe perder.
Son 40 expulsiones en su carrera como entrenador en la Liga Mexicana, demasiadas para alguien que debe asumir el liderazgo de un club como las Águilas, porque la necesidad es que esté en el banquillo y no porque le ganen desaparezca bajo el corriente recurso de insultar al árbitro.
Después del papelón de insultar a Marco Antonio Ortiz en el campo cuando Cruz Azul los goleó en el Azteca, no tuvo la entereza y la capacidad mental para tranquilizarse y llevó los insultos a la zona mixta. Inolvidable momento, pero también bochornoso y preocupante, cuando los reporteros le pidieron su opinión y solo dijo: “No puedo hablar, hablen con el PUTO árbitro que viene acá atrás”, frase célebre de su colección de la insensatez y vulgaridad.
Claro que esto lo llevó a un ficticio castigo interno, pero sobre todo lo condujo a un fuerte regaño del dueño del equipo que por un lado intenta que el futbol mexicano erradique el grito de: “Eh puto” en los estadios, pero observa que su entrenador lo aplica contra la autoridad. Incongruencia en el concepto.
La indisciplina por incompetencia no debería ser permitida en un equipo ganador, preocupado por el entorno social y comprometido con los valores deportivos. Si la impotencia para sacar los duelos complejos se convierte en el pretexto para ser expulsado, de verdad nada tiene que hacer en ese banquillo. Cuando mostró capacidad de entendimiento sobre el tema, se controlaba, sabía que lo necesitaban ahí, en el área técnica. Hoy, eso parece perdido.
La explosividad de Miguel no debe ser un pretexto. Es una pésima imagen la que entrega, “pierdo y que me expulsen”, eso sí, siempre culpando a todos, nunca asumiendo su responsabilidad. La autocrítica es inexistente. Siempre hay alguien frente a él que es el malo de la película, en las ruedas de prensa, en el campo, con los árbitros, incluso con los jugadores.
También abusa de la amistad con su ex auxiliar Santiago Baños, a quien siempre lo pone entre la espada y la pared. Baños ha dado muy buenos resultados económicos al club, su gran capacidad de gestión de negocio ha generado dividendos, pero en el tema deportivo está atado de manos, ya que parece que Miguel hace lo que le viene en gana.
No hay nadie, por más ganador y mediático que sea, que esté por encima de la institución, ya se lo advirtieron, pero parece no importarle.
Se podrá decir mucho sobre el ambiente al interior, nada que sea comprobable, pero la realidad es que están a tiempo de arreglar la plana, de cerrar filas y por lo que representa este plantel en calidad y experiencia, ser uno de los más sólidos favoritos para coronarse, algo que seguramente será lo único que garantice la permanencia de Herrera para la próxima temporada.