Hermandad elegida

Letras y Memorias

    •    “Cuando quiera estar alegre, bastará cerrar los ojos para recordar historias de los taxis, nuestros mil fichajes…”


Las memorias se llenan de regocijo porque, en medio de unas cuantas botanas y bebidas compartidas, radiantes como luceros se encuentran las sonrisas de quienes apapacharon este cuerpo en momentos de gran apremio y alegría.

Uno va por la vida conociendo personas, viendo rostros en las calles, en el transporte público y, ahora, de forma más novedosa y moderna, tenemos aún más rostros como si se tratara de un catálogo, disponibles en la palma de la mano.

Así transcurren los días de la fugaz vida humana. Entre rutinas cambiantes y climas cálidos o fríos, con la esperanza de seguir respirando un día o un año más, llenando de planes las libretas y creando espacios en la vacía agenda sólo para alcanzar una reunión cada vez más lejana, con las personas que entre carcajadas le dan a uno el respiro necesario para reiniciar el alma.

¿Cuántas veces hemos perdido la oportunidad de compartir un trago con la camaradería nuestra, debido a la infamia que representa ser uno de esos adultos con deberes y responsabilidades? ¿Cuántas veces se nos ha ido la oportunidad de desahogar los pesares en compañía de los amigos, sólo porque los dos o tres empleos de uno, resultan un impedimento?

Con esas preguntas resonando en la cabeza es que miraba firmemente mi cerveza en días pasados. Observaba cómo la espuma de a poco se consumía en ese tarro y, me replanteaba la rutina que había absorbido buena parte de los días.

Y es que a veces, sólo a veces, el cuerpo pide ser liberado de sus ataduras y, corremos a la hospitalidad que un amigo nos puede brindar en un espacio de nueve metros cuadrados. Corremos a ese lugar donde los recuerdos universitarios se vuelven frescas recreaciones de la vida pasada que con ternura nos sonrió, incluso cuando el cielo gris en nuestra cabeza amenazaba con llenar de tormentas los pensamientos.

Muchas veces, queridos lectores, esos recuerdos que se convierten en una realidad vívida en este presente, le quitan a uno el peso que significa cargar el mundo en la espalda, como si de un Atlas nos tratáramos.

Muchas veces, mientras se improvisan foros de opinión sobre batallas de rap y se diseñan posibles visitas a la Huasteca o a la costa, al atormentado ser se le olvida que existe una pandemia global, o que hay deudas que pagar y una boca que alimentar.

Son los amigos, esa hermandad que nosotros elegimos, que los Dioses bendicen con aventuras y campeonatos de fútbol. Son ellos, los compañeros de paseos y travesuras, quienes se vuelven los hermanos que nuestros padres no nos pudieron dar, pero que esta existencia se ha encargado de colocar en el camino para aferrarnos a que, en ocasiones, un viernes por la noche es más que una semana de vacaciones.

Y es pues, una convivencia con ellos, ese momento en que se resetea todo el juego y a pesar de hablar de todo y nada, de Marx y de la chamba, de bebidas de cebada… lo que todos debemos experimentar y vivir al menos una vez por mes para corroborar que la cordura y la juventud, son una virtud del alma.

¡Hasta el próximo martes!

Postdata: Se debe aclarar que, también los desvelos amigables dejan estragos en uno. Seamos moderados cuando con amigos nos reunamos, por favor. 

Mi Twitter: @SoyOsmarEslava

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