
TULANCINGO.- Heriberto Pérez tenía 19 años de edad cuando trabajaba en un lavado de autos que se ubicaba en la 21 Street de Queens, entre la 36 y 37 avenida, y quien vivió en carne propia la tragedia del 11 de septiembre, aquel martes que pintaba para ser un día maravilloso, en todos los sentidos.
“Me fui a vivir a Estados Unidos en 1999 y estuve exactamente en ese momento, el martes 11 de septiembre del 2001, estaba trabajando en un lavado de autos al cual entraba a las 7:00 de la mañana, y era un día muy bonito, ya que por esas fechas hay fuerte calor o días frescos, pero ese día había un clima excelente, nada de nubes”, narró en entrevista.
“Recuerdo que estaba en la parte de atrás aspirando carros, y de pronto toda la gente estaba mirando hacia Manhattan, obviamente las torres gemelas se pueden ver desde cualquier lugar en Nueva York, y al asomarme vi fuego en una torre y no sabíamos qué había pasado en ese momento”.
Previo al primer choque, recordó que uno de sus compañeros vio que una aeronave volaba bajo, y en tono de broma dijo: “se va a estrellar en el Empire Estate ese avión, y lo tomó como juego, jamás pensó que más tarde ese avión se estrellaría en una de las torres y en ese momento se detuvo por completo la ciudad”.
“No dejábamos de ver la escena, cuando en cuestión de minutos vino el segundo avión, y en ese momento la incertidumbre se convirtió en miedo, ya era más impactante; el primer impacto entendíamos que podía haber sido un accidente, pero el segundo ya causó temor entre la población y todo se paralizó”, relató.
Recordó que, a pesar de estar algo lejos, al otro lado del Río Hudson, tristemente se veía como la gente se lanzaba desde las alturas, “llorábamos al ver esa gente y enseguida comenzó a caerse la primera torre. Todos llorábamos, no podíamos creer lo que estaba pasando. Y luego en las noticias vimos que otro avión se estrelló en el Pentágono y no sabíamos qué iba a pasar. Ahí empezó todo el caos en Manhattan”.
Fue entonces cuando todo se detuvo también en cuanto a transporte, comunicación, líneas de celulares saturadas, muchas personas intentando comunicarse. Muchos de los que trabajaban en el World Trade Center tuvieron que regresarse caminando, ya que no había trenes, ni autobuses, ni taxis.
Reveló que un día antes, lunes 10 de septiembre, tenía planeado visitar y conocer las torres gemelas, sin embargo, el día estuvo lluvioso y optó por quedarse en casa y dejarlo para otro día.
“Sin embargo, lo que más me sorprendió fue la fuerza de la gente de Nueva York, ya que trató de levantarse, no entendían lo que habían pasado pero mostró mucha fuerza, su gente se levantó y eso hace que sea una de las mejores ciudades del mundo. Soy muy mexicano pero he vivido casi 17 años en Nueva York y soy hecho de allá también. Amo mucho esa ciudad, a su gente, agradezco mucho haber estado allá porque todo lo que sé, lo aprendí allá. Ese día nos hizo entender que siempre hay mucha maldad, pero que tenemos que estar preparados para salir adelante”, dijo emocionado.
“De tan maravilloso que era el día, el contraste cambió para todos. Es imposible olvidar eso”, concluyó.