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Hawaiana con pepperoni

PEDAZOS DE VIDA

El pepperoni se entremezclaba con el queso y la piña, a momentos se dejaba ver embarrado del líquido rojizo que a momentos le quitaba lo apetitoso, ahí estaba la pizza, toda deforme por la forma en que se había partido. El aroma no alcanzaba a cubrir el lugar, y al fondo sólo se veía como la sangre terminaba de escurrir en la caja que guardaba tan anhelado alimento.

El pavimento tan liso, la lluvia tan fuerte, las llantas que no habían sido cambiadas, y la tarde sin color fueron los elementos que se combinaron para que la motocicleta no llegara a donde tenía que llegar, a la privada de los cisnes trescientos cuarenta y dos, en donde la familia González esperaba ansiosamente la pizza para tener su cena familiar.

Patricio tenía tres meses de haber cambiado de trabajo, siempre había sido repartidor en motocicleta, tuvo sólo un accidente en el que se rompió la pierna, luego tuvo que estar en recuperación más de medio año y nuevamente regresó al trabajo en dónde le abrieron las puertas por el desempeño que ponía al entregar la comida rápida.

Hace poco más de un año que había entrado a trabajar en la pizzería, hacía doble turno, así que entraba a las 12 del día y salía a la medianoche, no sólo tenía que entregar los pedidos sino que también se encargaba de llevar al mantenimiento su vehículo de trabajo, hacía cortes de los pedidos entregados antes de salir y armaba las cajas de cartón en las que se repartía el producto.

Es mentira, cuando mueres no alcanzas a ver todo lo que hiciste en vida, todo se va en un abrir y cerrar de ojos, no alcanzas a decir una plegaria y mucho menos a rezar, cuando un carro te impacta por detrás en el asfalto mojado y tú vas en una motocicleta, no hay tiempo para pensar sólo se siente como la muerte te recoge para que no vuelvas abrir los ojos.

Aquella tarde sonó el teléfono, mientras en el pavimento se tendía una sábana sobre el cuerpo. En la pizzería contestaron, eran el hijo menor de los González quien preguntaba si su pizza tardaría más tiempo porque ya no podían esperar…