Esta historia de ocho personajes repugnantes encerrados en una mercería en medio de una dura tormenta de nieve en Wyoming, no tiene prisa en llegar a su destino y el público se beneficia de esto
“The Hateful Eight” no es para los débiles de corazón. En realidad, ¿qué película de Quentin Tarantino lo es? Pero aunque el cinéfilo favorito del cine retoma algunos de sus viejos trucos en su octavo largometraje, este thriller de más de tres horas se siente como un paso adelante, un paso hacia la madurez.
Esto no quiere decir que se haya suavizado: sólo hay que pasar un minuto con la punzante y maliciosa música del maestro de 87 años Ennio Morricone para comprobarlo. En vez, Tarantino muestra su fuerza atenuada con “The Hateful Eight”, con una autoridad menos frenética que el lenguaje cinematográfico al que nos ha acostumbrado pero golpes directos a las entrañas o, al estilo de la prisionera asesina interpretada por Jennifer Jason Leigh, a la cabeza.
Es una cinta de misterio en la que nadie ha hecho nada aún, más como un ¿quién lo hará? y ¿qué es lo que harán exactamente? Todos son malos, todos tienen un secreto y todos son héroes de su propia historia.
Parece demasiado, pero en realidad no lo es. Esa es la genialidad de Tarantino. Cada uno de sus personajes es tan distinto y tan rico que salta de la pantalla tan pronto lo conoce. Cuando tantas cintas con grandes repartos parecen confundir el desarrollo de personajes con algo más parecido a que “aquí hay una persona famosa que recordarás”, “The Hateful Eight” resulta refrescante. El gran trabajo de vestuario de Courtney Hoffman se suma a esta peculiaridad.
Tarantino mantiene al espectador al borde de su asiento preguntándose en quién debe creer o por lo menos de qué lado debe estar. Pero esto cambia cada 15 minutos, a medida que se desenmascara el misterio y todo explota.
Los diálogos son tan sagaces como siempre, ya sea que hablen de café, de la guerra o de los beneficios de transportar a un prisionero vivo o muerto. También se ha hablado mucho sobre el formato de “The Hateful Eight”. Tarantino y su director de fotografía Robert Richardson la filmaron en Ultra Panavisión 70, un formato prácticamente muerto usado en pocas películas como “Mutinyon the Bounty”. La cinta ha sido presentada en 70 milímetros en una gira ambulante por Estados Unidos con todo y una obertura e intermedio.