RELATOS DE VIDA
Hugo y Pedro, se conocieron en la preparatoria, sus problemas familiares eran similares, la ruptura de sus padres y la ausencia de la figura paterna; la rebeldía era la principal vía para liberar el cúmulo de emociones que guardaban en su memoria.
Desde la primera semana de clases, se reconocieron como hermanos de vida, todo lo hacían juntos, incluso compartían travesuras, tareas, trabajos y las pintas de la escuela; aunque tenían sus excepciones, Hugo se involucró en la venta de droga para cubrir sus necesidades de ropa y entretenimiento; mientras que Pedro, trataba de protegerlo sin adentrarse al círculo vicioso.
En una de tantas charlas, Hugo le confesó a su gran amigo, que tenía una gran ilusión, convertirse en un médico reconocido; mientras que Pedro le contestó que sería una gran satisfacción verlo alcanzar ese anhelo; asegurando que estaría siempre para apoyarlo porque la hermandad de vida es más fuerte que la de sangre; lamentablemente al siguiente día los dos tomaron rumbos diferentes, Pedro cambió su residencia por decisión de su madre y no tuvo el corazón para avisarle.
Pasaron más de tres décadas, a Pedro le detectaron un tumor en el estómago y le recomendaron acudir a un centro de especialidades; llegando a la clínica fue anunciado del consultorio del especialista; la mejor sorpresa fue saber que el doctor era su amigo Hugo; la reacción inmediata fue un abrazo largo y fuerte; seguido de una extensa plática para ponerse al día y finalmente la revisión médica, una orden para una serie de estudios y un tratamiento; que significó la continuación a su entrañable amistad.
Fue una década más la que disfrutaron de su reencuentro; irónicamente Hugo era un médico reconocido, pero sus conocimientos no le permitieron alargar su existencia, precisamente un tumor en el estómago le cegó la vida no sin antes agradecer a su hermano estar con él, estrecharon las manos y la última frase fue “Hasta Siempre Hermano”.