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Harvey pone a prueba a Estados Unidos

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El cambio climático castigó al país de Donald Trump
    •    Houston y todo el país se vuelcan con la ayuda a los damnificados por la mayor inundación de su historia en un esfuerzo colectivo sin precedentes


La madrugada del pasado domingo, Ronald Johnson se despertó sobresaltado al oír que llamaban a la puerta. Se levantó y abrió. Allí no había nadie. Era el agua, golpeando la puerta con escombros que arrastraba por el centro de Houston, Texas, en el principio de la mayor inundación de la historia de EU.
Johnson vio entrar la tromba de agua por la puerta y decidió que se iba de allí. Sólo ha vuelto una vez, por su certificado de nacimiento y los papeles escolares de su hijo de nueve años.
Johnson, de 53 años, hacía cola el viernes junto a cientos para recibir ayuda en el Centro de Convenciones de Houston, convertido en un gigantesco refugio en el que esta semana ha llegado a haber 10.000 personas alojadas. “No tengo nada”, decía. Planeaba volver a trabajar, sin tener claro dónde va a dormir.
En el mega refugio no había drama este viernes. Los niños jugaban al fútbol o al voleibol, hacían manualidades, se entretenían con un grupo de princesas Disney que habían venido a hacer un espectáculo para entretenerlos. Según personal de Cruz Roja en este lugar, se han servido más de 100.000 comidas.
El viernes permanecían abiertos 253 albergues en el área de Houston con 42.000 personas atendidas por 1.500 voluntarios. La intención es ir concentrando poco a poco a la gente en los más grandes.
Según el Departamento de Seguridad Nacional, 779.000 personas vivían en lugares donde se ordenaron evacuaciones obligatorias. Además, casi otro millón se ha ido voluntariamente de su casa.
La Agencia Federal de Emergencias calcula que 450.000 personas pueden acabar necesitando ayuda de emergencia en Texas. Hasta el viernes, 440.000 personas habían pedido ayuda financiera para recomponer sus vidas, según datos del Gobierno de Texas.
Con estas cifras y miles de casas aún bajo el agua, Houston funciona como un reloj. La respuesta institucional y ciudadana, como Harvey, ha superado todo lo conocido. Desde voluntarios de todo el país que han venido con lanchas para rescatar vecinos hasta el chef José Andrés preparando comidas gratis.
Las autoridades de Texas movilizaron 14.000 reservistas de la Guardia Nacional, más 21.000 trabajadores federales. En el Centro de Convenciones reinaban el orden, la limpieza y la rapidez en las colas para atender a los desplazados.
Texas llevaba días oyendo hablar de Harvey. El jueves 24, Rafael Herrera, un empresario mexicano que vive en Houston, volvía de un viaje de negocios en Honduras. Cuenta que el avión empezó a desviarse al sobrevolar Texas. Dio un rodeo tan grande para entrar en Houston que el vuelo duró dos horas más de lo programado. Lo que estaba pasando en el Golfo no era normal. El Centro Nacional de Meteorología advirtió entonces de potenciales “inundaciones catastróficas”. El viernes amaneció despejado en Houston.