Hagamos un paréntesis

TIEMPO ESENCIAL VIII

¿Qué no hay tiempo para la filosofía? Decir esto es como afirmar que no hay tiempo para vivir, para amar, pensar o soñar. Aunque tal vez ya no lo haya ¡Esa puede ser la explicación a su silencio! Los de hoy estamos tan ocupados en tantas cosas que nos olvidamos de las que son, al final de cuentas, las cosas nuestras, para las cuales hemos dejado de tener tiempo, esperando contar con el necesario  algún otro día para ocuparnos de ellas.

Después de siete entregas de Tiempo Esencial, hemos de reafirmar lo dicho desde la primera de ellas: que en Hidalgo la filosofía es un terreno mostrenco que sólo es visitado para recoger sus frutos ya procesados, sin preocuparnos por roturar su suelo ni sembrar nuestra propia semilla.
    Han sido ya siete meses en los que las universidades y otras instituciones educativas de nuestro estado pudieron explicar la ausencia de estudios filosóficos en su oferta educativa;  la primera  entre ellas la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, obligada en virtud del mandato troquelado en su Decreto de creación que establece como una de sus escuelas fundantes la de “Filosofía y Letras”, que hasta la fecha espera ser cumplido; pero también lo están las universidades de inspiración religiosa o humanística  y las de perfil empresarial asentadas en nuestro territorio, que se promueven  anunciando la excelencia de sus estudios aún cuando carezcan  de los de filosofía,  que en cambio, sí se ofrecen en otras entidades aledañas.
    De igual manera hemos contado con tiempo suficiente para que los filósofos profesionales que en Hidalgo habiten nos enmendaran la plana haciéndonos ver que su trabajo actúa y dinamiza el pensamiento nativo de manera sistemática y continua; que publican revistas, organizan encuentros, debaten públicamente y dialogan en comunidades filosóficas entusiastas. Ha corrido mucha agua ya bajo los puentes del caudaloso rio de las Avenidas que cruza la capital del Estado, sin que el evangélico mensaje de esta columna invitándolos a encender la llama filosófica les haya animado a arrimar su leña al fogón.  
¿Será que la voz de Tiempo Esencial no está llegando a ellos como debiera? Alguien debe dar una respuesta, porque si es cuestión de utilizar otros medios o estrategias, estaríamos dispuestos a ello; sólo que para tal decisión hace falta escuchar su palabra, valorando hasta la posibilidad de que ésta columna deje su lugar a otras voces con mayor capacidad, para lograr que su deseo incondicional y desinteresado de hacer presente la filosofía en la casa común hidalguense sea una realidad.
No es por ingenuidad que expresamos lo dicho. Sabemos y sabíamos los obstáculos que habríamos de enfrentar. Y es por ello que, a nuestro criterio, este es el momento oportuno de poner las cartas sobre la mesa ¿no cree usted? Además, seguimos pensando que ésta es una tarea colectiva, donde tanto Tiempo Esencial como el diario Plaza Juárez – quien le ha brindado todo el apoyo necesario para su publicación – solo pueden cumplir con su parte si nuestros lectores se suman a ella aportando su granito de arena al gran propósito que nos mueve.
Reiteramos igualmente nuestra decisión de promover el ejercicio de la filosofía a través de Tiempo Esencial, como el instrumento que  mejor se acomoda a nuestro propósito; exponiéndonos a la crítica de quienes piensen al ejercicio filosófico como una actividad reservada a pocos y sesudos especialistas  y no a  las páginas profanas del periodismo cotidiano. Nosotros no pensamos así, y queremos que los que así opinen lleguen a convencerse de su error; pero ante todo, tratamos de hacerlo con quienes han sentido el anhelo de contar con un espacio y una compañía para encontrarse con la filosofía sin encontrarlos por ningún lado, de que ese mismo deseo es el que mueve a nuestro proyecto.
Esta tarea enfrenta, sin embargo, una seria limitante. Acostumbrados como estamos los hidalguenses a que los proyectos colectivos sean emprendidas o promovidas por alguna autoridad, un potentado o una institución pública o privada, nos resulta difícil pensar que alguien pueda emprender esta tarea sin el permiso o el mecenazgo de alguna de ellas. Pero en nuestro caso no es así; Tiempo Esencial es un proyecto emprendido por propia cuenta, pero con la intención de que se convierta en un espacio común con el apoyo de todos sus lectores.  
  En tanto no obtengamos su participación, seguiremos bregando en esta tarea que nos hemos impuesto con la misma enjundia que lo hicimos desde el primer número de esta columna sin perder la esperanza en nuestra misión.  
¿Qué no hay tiempo para la filosofía? Decir esto es como afirmar que no hay tiempo para vivir, para amar, pensar o soñar. Aunque tal vez ya no lo haya ¡Esa puede ser la explicación a su silencio! Los de hoy estamos tan ocupados en tantas cosas que nos olvidamos de las que son, al final de cuentas, las cosas nuestras, para las cuales hemos dejado de tener tiempo, esperando contar con el necesario  algún otro día para ocuparnos de ellas.
 Como le sucedió a Iván Illich ¿recuerdan?; el libro que les recomendé la entrega pasada ¿lo leyeron?; sólo hasta el último momento de su vida Illich fue capaz de preguntarse qué hizo con ella, y sólo entonces es cuando, en medio de la desesperanza y la soledad cae en la cuenta de haber sido un gran error, un gran engaño. Nosotros mismos somos Iván Illich, arrastrados por las circunstancias, las opiniones o los intereses ajenos que terminan por moldear nuestra existencia sin permitirnos escuchar el dictamen de la propia consciencia, tan adormecida y enajenada que, en el extremo de la vida –es decir, frente a la muerte-, ha de reconocer lo absurdo que ha sido su paso por ella, por más honores, riquezas o poder que haya poseído; si en cada paso fue dejando trozos de sus sueños, su voluntad y  su libertad.   
 No dejemos correr hasta entonces ese tiempo nuestro sin recuperarlo, hagamos el esfuerzo para no dejarnos vencer por la corriente implacable de los acontecimientos que nos lo impiden, y tendamos los puentes necesarios para encontrarnos con quienes como nosotros buscan rescatar su Tiempo Esencial mediante un ejercicio de la voluntad y la formación de un hábito virtuoso, que nos lleve a ser atentos con el llamado de nuestra propia voz interior que pugna por hacerse escuchar aunque pongamos oídos sordos a su llamado.  
Esperamos su respuesta.
miguelangelsernalcantara@gmail.com

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