Hacia una nueva política de reflexión

Hacia una nueva política de reflexión

RETRATOS HABLADOS

Un joven alumno que tuve en la universidad, me comentaba que creía imposible ser testigo de la caída del Revolucionario Institucional en Hidalgo, y mucho menos, que un candidato de oposición llegara a la gubernatura. Debo confesar que yo también veía muy lejana esa posibilidad, que sin embargo empezó a achicarse, ante una descomposición absoluta del tricolor en su estructura nacional, producto de una corrupción rampante y una tendencia a pactar y hacer lo que fuera necesario con tal de salvar el pellejo.

         Efectivamente, los priístas observaron sin inquietud de ningún tipo, cómo crecía el odio hacia su partido, no de los directamente afectados por los sexenios más represores, dilapidadores de recursos, sino de los jóvenes, los que hoy tienen entre 18 y 30 años, que simplemente decidieron que esa época tenía que terminara costara lo que costara.

         Y es así como un personaje que pasará a la historia como cada quien desee verlo, me refiero por supuesto al presidente López Obrador, supo encarnar y conducir ese hartazgo de la ciudadanía, que hoy mismo culmina con el desmantelamiento de todo el aparato tricolor en el país, con el caso Hidalgo como emblema, por ser una entidad con un voto cautivo a favor de Institucional, pero que a ciencia cierta, ya no supo qué camino tomar ante una disputa lamentable por la candidatura.

         Llega pues el primer sexenio en la historia de Hidalgo surgido de la oposición.

         Llega pues el momento fundamental para observar en el nivel micro, lo que en el macro ya se ha observado, y en el que se tendrá que definir de una vez por todas si el camino tomado es el más indicado.

         Para fortuna de todos, el hoy gobernador constitucional, Julio Menchaca, se distingue por ser un personaje con una trayectoria importante en el asunto de las leyes, no solo de su conocimiento sino de su aplicación. Vaya pues, que no se conduce por consignas, y mucho menos producto del control casi mental que el jefe de la nación ejerce sobre sus funcionarios más cercanos.

         Sin duda dará prioridad a la relación con el jefe de la Nación, porque es un principio básico de todo gobernante lograr mantener esa condición, pero también un estilo propio y, sobre todo, la capacidad de discernir, definir y decidir de acuerdo a su propia visión de la realidad, algo que resulta vital cuando los absolutos empiezan a tapizar la nación.

         Solo así se entenderá a cabalidad la caída de un sistema añejo como el que representaba el tricolor, y el surgimiento de una nueva visión de la realidad. Surgimiento que debe estar alejado del asentimiento a todo por consigna.

Mil gracias, hasta mañana.

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