Guerrero nos convoca: Otis el rostro del desastre

Guerrero nos convoca: Otis el rostro del desastre

POR EL DERECHO DE EXISTIR

El llamado no es solo a pensar en Acapulco, sino a extender nuestras manos y corazones hacia todas las aldeas, pueblos y comunidades del estado

La tierra del jade y la miel, Guerrero, hoy nos tiende la mano en solicitud de ayuda y comprensión. Esta región, que ha sido cuna de tradiciones, historias y luchas, hoy es testigo de una devastación que parece haber eclipsado todo su esplendor. 

Los medios de comunicación, como enormes focos en la oscuridad, nos muestran imágenes de un Acapulco herido, de edificios destrozados y calles inundadas. No es para menos, pues el turismo ha sido siempre el latido de este puerto brillante. Sin embargo, detrás de la luminosidad de Acapulco, se esconden comunidades que sufren en el olvido, lugares que rara vez visitamos o de los que, incluso, jamás hemos escuchado hablar.

Eduardo Galeano, en su conmovedor poema “Los Nadie”, nos habla de aquellos que son invisibles, de quienes “cuestan menos que la bala que los mata”. Hoy, estas palabras retumban en las colinas y montañas guerrerenses, en las comunidades que han sido abandonadas a su suerte, donde el dolor y el desamparo se sienten aún más crudos por la indiferencia de los que deberían mirar.

El llamado no es solo a pensar en Acapulco, sino a extender nuestras manos y corazones hacia todas las aldeas, pueblos y comunidades de Guerrero. Aquellos lugares donde el agua no llega, donde la ayuda es escasa y donde la esperanza parece ser un lujo. Esos lugares donde la niñez, con sus ojos llenos de preguntas, aguardan una respuesta que nunca llega.

¿Acaso somos incapaces de ver más allá de la brillantez del puerto? ¿Podemos permitirnos ignorar a aquellos que no tienen voz, que no salen en las noticias, que son los “nadie” de nuestro país?

Hoy, Guerrero nos invita a sumar voluntades y oraciones. Nos llama a ser eco de esas voces silenciadas, a ser testigos de la resistencia y la esperanza de su gente. No olvidemos que el verdadero corazón de una nación no está en sus centros turísticos o en sus metrópolis, sino en cada rincón donde vibra la vida y la dignidad.

Ayudemos, no solo a Acapulco, sino hagamos presión para que la ayuda llegue a cada comunidad de Guerrero que nos necesita. No dejemos que el brillo de una ciudad nos ciegue ante la penumbra que sufren otros. Porque en esa penumbra, hay historias, sueños y luchas que merecen ser escuchadas y apoyadas.

Por un país donde nadie se quede atrás, donde todos somos parte de una historia que se escribe con amor y solidaridad.

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