Guerra de posiciones

CONCIENCIA CIUDADANA

    •    AMLO lo ha comprendido mejor que muchos de sus seguidores, pero esto no quiere decir que ellos carezcan de razón al exigir que quienes siguen gobernando -aunque sea por unos cuantos meses- , se ajusten a los nuevos tiempos y circunstancias y comprendan que el poder ya no es totalmente suyo, y que no pueden seguir empujando sus principales proyectos como si trataran de maniatar al próximo gobierno con condiciones que difícilmente pueda echar abajo


Se acerca el momento en que el presidente electo tomará posesión de su cargo y ya desde ahora se percibe una lucha encarnizada entre las fuerzas del cambio, y las que luchan desesperadamente por mantener el statu quo.  Se trata de una carrera donde cada una de las partes trata de de cerrarle el paso a la otra, sin que se pueda precisar cuál de ellas podrá obtener mejor posicionamiento  a partir del  próximo primero de diciembre.
    A las órdenes del actual Presidente de la República responde las que da el Presidente Electo quien, sin contar aún con todos los hilos del poder, tiene sin embargo la ventaja de contar  con el apoyo mayoritario del  poder legislativo de su lado, gracias a  la alianza que le hizo triunfar en las urnas  contundentemente.
    Y aunque ambos presidentes –el que está en funciones, como el que aún no está- han intentado que la transición se dé sin mayores sobresaltos, es imposible evitar el choque de dos trenes que marchan en sentidos distintos y en una sola vía; salvo si se aminora la marcha del que va de salida y ceda el paso al que velozmente intenta dirigirse al futuro.
    AMLO lo ha comprendido mejor que muchos de sus seguidores, pero esto no quiere decir que ellos carezcan de razón al exigir que quienes siguen gobernando -aunque sea por unos cuantos meses-, se ajusten a los nuevos tiempos y circunstancias y comprendan que el poder ya no es totalmente suyo, y que no pueden seguir empujando sus principales proyectos como si trataran de maniatar al próximo gobierno con condiciones que difícilmente pueda echar abajo.
    Conciliador, el Presidente Electo no parece querer subirse al ring, en muchos de esos casos a fin de evitar un conflicto que pueda hacer tropezar su ascenso al gobierno. Sin embargo, no puede evitar ciertas declaraciones que han causado ámpula en el gobierno actual y revuelo en los medios de comunicación que aún se encuentran alineados con el poder influyendo sobre la opinión pública, especialmente la de las clases medias, mediante noticias frívolas y escándalos sobre  las acciones del próximo Presidente de la República, tratando de mellar su autoridad incluso antes de que se instale en su cargo.
    Tres de ellos son, a nuestro criterio, los problemas que podrían romper la delicada tregua entre ambos: la reforma educativa, Ayotzinapa y la bancarrota. En cuanto a la primera, es público y notorio que, mientras Andrés Manuel la ha descalificado tajantemente y declarado que será abrogada y sustituida por otra donde se tome en cuenta la opinión de los maestros, Peña Nieto la apoya incondicionalmente y continúa con la aplicación de las evaluaciones docentes como si nada hubiera pasado.
La controversia entre ambos personajes nos debe llevar a reflexionar sobre la importancia que en términos políticos, económicos y educativos tiene dicha reforma; más allá de la que amplios sectores de la opinión pública se imaginan, atrapados como están en el debate propagandístico que reduce el problema a simplezas tales como “apoyar a maestros que sí trabajan y a los niños y jóvenes que estudian”, utilizada como bandera de combate de forma casi compulsiva por  la propaganda oficialista que insiste en seguirla operando.
En realidad, la reforma educativa mereció ser abrogada no solo por los procedimientos verticalistas con que se impuso a la labor docente, sino porque representaba la atadura del pensamiento de las futuras generaciones al modelo económico del libre mercado, empeñado en reducir la formación de las grandes masas de todo el mundo a una visión instrumentalista donde el principal fin de la escuela consiste en formar mano de obra eficiente, eficaz, individualista y sumisa a los intereses y la ideología empresarial que la ha apoya.
En consecuencia, su abrogación en México desatará una reacción en cadena en todos los lugares donde el neoliberalismo ha logrado imponerla, representando un golpe durísimo a dicho sistema, que difícilmente podría seguir sosteniéndose sin su guía ideológica sobre los países dependientes en todo el planeta.
El segundo campo de conflicto es el de la bancarrota, que desplazó a la reforma educativa del top-ten de los chismes de la red y el debate durante varios días, centrando la discusión en el significado del término y no en lo que en la práctica se está dando. El endeudamiento creciente de todos los niveles de gobierno y la falta de ingresos fiscales suficientes, amén del enorme gasto corriente en todos ellos,  son los indicativos de una posible  bancarrota, la que no ha sido asumida por el  actual gobierno por gozar del apoyo del sector empresarial y financiero del país que se han servido con la cuchara grande a costa del erario público  tal vez con el propósito, como ya ha sucedido en otros sexenios, de pasarle la bomba al próximo gobierno a fin de que sea él y no el actual quien tenga que asumir la responsabilidad de una quiebra de las finanzas públicas; viejo truco al que AMLO ha denunciado  antes de que se  le pueda calificar –igual que hizo con Ernesto Zedillo en su momento- como el responsable de la quiebra o bancarrota que pudiera presentarse en los primero días de su mandato.
Por último, tenemos el caso de Ayotzinapa, que pesa más que ningún otro en  la conciencia ciudadana  quien lejos de haber aceptado como cierta la famosa “verdad histórica” del gobierno peñista, ha mantenido su apoyo a los padres y parientes de los estudiantes asesinados y desaparecido para  exigir, sin tregua ni conciliaciones, la entrega con vida de sus consanguíneos o la verdad absoluta de lo que pasó con ellos la nefasta noche de septiembre que supieron de ellos por última vez, en medio de un sangriento operativo  e ignorando hasta ahora su paradero.
Pero debido a la resistencia del gobierno actual para permitir que avance la resolución, resultará difícil para el próximo gobierno avanzar hasta donde exige la creciente demanda social; pues involucra a sectores que debe manejarse con pinzas hasta no contar con el mando real de las fuerzas del orden nacionales y procuración de justicia, que constitucionalmente le corresponden al ejecutivo federal y no antes, como tantos quisiéramos que sucediera.  
A querer o no, el ejercicio del poder debe ser acompañado no sólo por la prudencia y el realismo, sino también la habilidad estratégica que permita eludir las trampas y ataques nacidos de la desesperación, de quienes pensaron que el momento de la rendición de cuentas jamás llegaría y hoy se topan de repente con él.  
Y RECUERDEN QUE VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS, CON NOSOTROS.

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