FMI sigue imponiendo medidas lesivas a pueblos
- Los acreedores le exigen nuevos ajustes antes de desembolsar la siguiente partida
El primer ministro heleno, Alexis Tsipras, pidió a sus diputados aprobaran estas reformas «para proteger a los más débiles, sus salarios, pensiones y el derecho a la vivienda». Tsipras se resiste a abandonar su retórica ni cuando habla de retórica. El primer ministro no ha cumplido la mayoría de sus promesas electorales, pero al menos sí ha conseguido que no se reduzcan más las pensiones en vigor antes de las nuevas reformas y ha protegido los salarios más modestos. El resto tendrá que seguir apretándose el cinturón.
El Parlamento griego aprobó ayer por mayoría, gracias a los votos de los dos partidos del gobierno (el populista de izquierdas Syriza y el de extrema derecha nacionalista Griegos Independientes) el nuevo paquete de ajustes que le exigen los acreedores para desembolsar el siguiente tramo del rescate. Las dos principales medidas son la reforma del sistema de pensiones para hacerlo sostenible a largo plazo y una subida de impuestos para poder ahorrar 5.400 millones de euros.
Con la reforma de pensiones –una rebaja de hasta un 30% de las nuevas jubilaciones y de las suplementarias– y con el alza de impuestos se prevé ahorrar unos 3.600 millones. Así que aún debe hacerse un mayor esfuerzo para conseguir otros 1.800 millones mediante una subida del IVA al 24% y de las cargas sobre la gasolina, el tabaco, las bebidas alcohólicas y el café, así como del impopular impuesto inmobiliario.
El Ministro de Finanzas, Euclides Tsakalótos, confía así en llegar hoy a la reunión del Eurogrupo con gran parte de los deberes hechos y con la confianza de desbloquear las negociaciones sobre el rescate. Es más, Tsakalótos quiere ir más allá y pretende abrir el debate sobre las condiciones en las que los acreedores podrían aprobar un alivio de la elevada deuda pública griega. Asimismo, el ministro espera evitar que se impongan otros castigos adicionales, como un recorte automático «de reserva» en caso de que no se hagan todos los ahorros necesarios y no se alcance entonces el objetivo de un superávit primario del 3,5% del PIB en 2018. Un objetivo excesivamente gravoso que la propia directora del FMI, Christine Lagarde, cree que podría ser «contraproducente».