OPERATIVO MILITAR ORIÓN, EN 2002
• La tragedia no sólo es desconocida por turistas extranjeros que llegan a la Comuna 13, su magnitud aún no la comprenden habitantes de la propia ciudad
La pintura en el muro de una mano que avienta unos dados con los números y letras 10, 16, 2002, C 13, y que caen sobre casitas que sucumben a su fuerza sintetiza la tragedia que causó el operativo militar Orión, en 2002. Fue la incursión militar urbana más grande de Colombia, según el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). La tragedia no sólo es desconocida por turistas extranjeros que llegan a la Comuna 13, su magnitud aún no la comprenden habitantes de la propia ciudad. Como guía, Héctor, de 30 años, es quien cuenta a los visitantes lo que pasó hace ya casi 18 años en esa zona conocida como Comuna 13 o San Javier, por órdenes del entonces presidente Álvaro Uribe. Su relato se apoya en los muros donde en los últimos años, jóvenes (organizados en colectivos) han creado un grafitour, una ruta por las empinadas calles que a través del arte urbano cuenta lo que pasó en Orión, y también refiere la historia que vino después: el desplazamiento forzado, los desaparecidos, la fosa común de La Escombrera donde estarían esos desaparecidos; se le conoce como la fosa común más grande de América Latina. Los muros del grafitour hablan además de la violencia contra niñas y mujeres; del hacinamiento -la Comuna 13 tiene 21 barrios con cerca de 200 mil habitantes-. A la par, los muros hacen llamados al desarme, a que los libros sean opción ante la guerra: “La lectura es el pasaporte universal para conocer nuevos mundos”. Más arriba, en un tubo, alguien escribió entre colores: “Los héroes no matan niñas”. Y a la vuelta, dice: “Si pintamos paredes es bandalismo (sic), pero la muerte de un humano te da lo mismo”. Hay una construcción de la memoria a través del arte callejero y además una exploración de formas, de alternativas creativas que han derivado en proyectos. El arte callejero es parte del recorrido en el que también hay originales galerías con publicaciones y objetos con rasgos que hacen guiño a los comics y al cine; grupos de hip hop y break dance que bailan por unas monedas o que animan a los visitantes a bailar; venta de alimentos tradicionales y de invenciones como la michelada de maracuyá, que se oferta de forma coqueta: “Me compra la michelada y le regalo la foto conmigo”.