
POR: EL PEQUEÑO TIMMY
Gracias a la vida, que me ha dado tanto… dice la canción de Violeta Parra, para algunos políticos corruptos y miserables de Hidalgo, esta frase no es más que una realidad, aunque en realidad no haya sido la vida la que les haya dado tanto sino su desmedida ambición por acumular terrenos, bienes y dinero que durante el resto de su vida no van a lograr acabar, lo hemos visto con la muerte de algunos empresarios, ahogados en dinero, cegados por la ambición, y al final, dejando todo en manos de quién sabe quién.
Para otros muchos, la canción de Violeta Parra no sólo tiene sentido en la banalidad y mal interpretación de las primeras letras que harían los miserables saqueadores de la Nación, siempre se debe ir más allá para escuchar ese: “gracias a la vida, que me ha dado tanto, me dio dos luceros que cuando los abro, perfecto distingo lo negro del blanco”, y eso se agradece porque a cada paso que damos vamos conociendo mejor al político y cada día resulta más difcil que logren engañar.
Y es verdad que cada cosa que nos ha tocado ver. Desde aquella mañana tarde en la que en la televisión vimos cómo un avión se estrellaba en las torres gemelas de Estados Unidos, y la gente esperaba con toda fe que algo sucediera que hubiera alguien que pudiera evitar tal pesadilla, hasta la actual pandemia de Covid-19 que llegó justo cuando el hombre presumía tanto desarrollo tecnológico.
En México, las sorpresas no se han hecho esperar, la llegada al poder de un gobierno de izquierda que a veces parece de derecha sobre todo en la tolerancia a la corrupción de algunos de sus allegados, la caída del régimen y sus aliados y la conformación de uno nuevo con perfiles reciclados.
Hay tantas cosas que nos han tocado ver, que a veces dan ganas de llorar, porque en verdad la vida nos ha dado tanto, a veces por la lucha que precede el garantizar derechos como el de la Interrupción Legal del Embarazo, los matrimonios igualitarios, y el castigo contra la discriminación y violencia que se ejercía en contra de quién se era o se mostraba diferente.
Los tiempos van cambiando, en verdad que a veces no alcanzan las palabras para agradecer a la vida no haber sido uno de esos viejos avaros y sin llenadera que se pasan la vida acumulando falsedad y soledad; a veces se agradece a la vida dejarnos ver un nuevo amanecer y comenzar la recuperación después de haber padecido Covid-19.
Y en un plano más local, hemos visto con estos luceros, la forma en que el rector de la máxima casa de estudios abrió las puertas e incluso transmitió en vivo una audiencia con los estudiantes que se manifestaron en Torres de Rectoría, algo impensable en otros tiempos.
Vamos viendo cómo se transforma el panorama, el paisaje, la vida social, cultural y económica, vemos cómo caen los que antes se dijeron intocables, observamos desde la comodidad de nuestras casas como se abren puertas, cómo se matan entre ellos, los de allá, los que siempre en silencio se odiaron.
Hoy puedo decir: “gracias a la vida, que me ha dado tanto”, porque como lo advirtiera Parra, mi corazón agita su marco al ver el fruto del cerebro humano, al saber que hay vacunas para seguir caminando, para tener la sonrisa y el llanto con los que distinguimos dicha de quebranto.
Gracias a la vida por lo que estamos viendo, y quizá podamos adelantarnos para agradecer lo que no vemos pero que seguramente todavía alcanzaremos a ver, si esta vorágine de cambio continúa con la fuerza que se presenta hasta hoy, quitando a unos poniendo a otros, y mostrando que los cargos públicos son efímeros más aún cuando sólo se tiene beca de diputado.