
Familia Política
En el segundo piso del Palacio de Gobierno, se ubica la Sala de Ex Gobernadores, digno espacio en el que se preservan los retratos de los diferentes mandatarios de Hidalgo. Es la memoria gráfica, complemento de la biográfica que poco a poco va modelando la historia de los hombres y de las circunstancias que los llevaron a ocupar la silla del Ejecutivo Estatal.
Dígase lo que se diga, me atrevo a afirmar que el gobernador es al ciudadano común, sobre todo de las clases campesinas y urbano-populares, un personaje lejano, omnipotente, poderoso y, al mismo tiempo cercano, casi familiar, aunque la misma imagen a lo largo de la historia, puede propiciar recuerdos contradictorios. La misma imagen representa para algunos, a un magnífico héroe, quien es para otros, un redomado villano.
En ese sentido, me expongo a hacer públicas mis opiniones, en relación con los mandatarios a los cuales he tenido oportunidad de tratar o conocer en mayor o menor grado y a la imagen que de ellos retengo. Apelo a la tolerancia de quienes me lean. Bienvenidos los consensos y también los disensos.
Los testimonios que me permito dejar en estas líneas, no incluyen a ningún personaje que no haya yo conocido de primera mano. Los anteriores quedan, junto con todos mis respetos, bien guardados en la sala mencionada, en donde reciben a los visitantes.
Tenues reminiscencias tengo como estudiante de secundaria, necesariamente contaminadas con mi visión actual, del Lic. Carlos Ramírez Guerrero, a quien la vox populi consideraba un hombre culto, gran orador y afecto a las cercanas convivencias con sus amigos. De Don Carlos, difícilmente se encuentra alguien que hable mal.
A Don Manuel Sánchez Vite lo conocí cuando era Senador de la República; yo era alumno de la Escuela Normal del Estado, me impresionó mucho su presencia y el hecho de saber que un profesor había llegado tan lejos, más aún, cuando fue gobernador. Personaje altamente controvertido; bueno para unos, malo para otros, para mí fue y es paradigma del maestro en el aula y en la política.
Reitero mi credo en el equilibrio de el hombre y su circunstancia; con el Doc. Otoniel Miranda, nos unió y nos une gran amistad. Trasciende su imagen como médico, enérgico pero humano, a quien todo el lodo que quisieron sus enemigos arrojar sobre su imagen, no logró dañarlo. Sigue siendo un hombre y un profesionista respetable y respetado.
Don Raúl Lozano pasó cerca de mis ojos y lejos de mi vida, como dijera Juan José Tablada; fue muy corto el tiempo para que me permita emitir una opinión objetiva.
“Lo pasado, pasado. No volvamos la mirada hacia atrás cuando tenemos toda una vida por delante”. Fue una frase que dijo Rojo Lugo, el más representativo de la segunda generación del “Grupo Huichapan”. Recibía un estado en gran efervescencia política, después de la desaparición de poderes. Con su bonhomía y carisma, el hijo del Licenciado Javier Rojo Gómez, se dio a recorrer todos los puntos geográficos del estado, sembrando amistades y unidad entre los grupos confrontados. En esta tarea siempre tuvo el auxilio de una gran señora: Doña Silvia García de Alva de Rojo Lugo. Según decía la prensa y personas allegadas a él, el Presidente de México, José López Portillo ya había externado su simpatía para que Don Jorge fuera su sucesor.
Hombre muy cercano al Lic. Javier Rojo Gómez y a su familia, era Don José Luis Suárez Molina; militar de carrera, Senador suplente y en otro tiempo, fuerte aspirante al gobierno del estado. Cuando Rojo Lugo se integró al gabinete como Secretario de la Reforma Agraria, Suárez Molina recibió la encomienda del Congreso local para hacerse cargo de la gubernatura.
Alguna influencia nociva recibió el viejo militante y amigo, quien se sintió próximo al desempeño constitucional del cargo que ahora desempeñaba como interino. Actos de moncada indisciplina y faltas de respeto, sobre todo a la primera dama, hicieron que Suárez Molina quedara fuera de la carrera para suplir al Licenciado Rojo, quien regresó a Hidalgo a culminar su sexenio. “Yo recibí un estado áspero y lo entregué lisito”, me decía, en una de tantas amenas conversaciones que tuve con él.
El arquitecto Guillermo Rossell de la Lama, hombre nacido en pañales de seda, tuvo la fortuna de ser jefe del Lic. José López Portillo, en la Secretaría del Patrimonio Nacional. Cuentan algunas leyendas urbanas que, sin arraigo en Hidalgo, llegó como gobernador para abrir un espacio en el gabinete a cierta dama a muy alto nivel, que gozaba de los afectos presidenciales. Rossell, prepotente y soberbio, impuso un estilo personal de gobernar que cambió totalmente cuando arribó a la candidatura presidencial Don Miguel de la Madrid Hurtado, personaje non grato a los ojos del arquitecto.
Cuando Don Adolfo Lugo Verduzco recibió la candidatura al Gobierno del Estado, a nadie le extrañó. Amigo del Presidente, además de otros miembros de su familia, Lugo Verduzco había acumulado importantes posgrados en Europa. Hombre mesurado, tranquilo, pasó sin sobresaltos por la historia del estado.
Jesús Murillo Karam se proyectaba como el candidato natural para suceder al hombre de Huichapan. Murillo realizó una obra trascendente en lo humano y en lo político, aunque sus desavenencias con José Guadarrama Márquez, lo hicieron dejar la gubernatura unos cuantos meses en manos de Don Humberto Lugo Gil, antes de que tomara posesión el nuevo gobernador electo. Ave de tempestades, Don Jesús atraviesa por una difícil situación que, en nada disminuye su imagen de gran hidalguense.
El gran sueño del Lic. Humberto Lugo Gil, siempre fue lograr la gubernatura de Hidalgo; se cumplió cuando Murillo Karam se integró al gabinete presidencial como Subsecretario de Seguridad Pública. El mandatario interino quiso, en todos los sentidos, hacer en seis meses lo que, su circunstancia, no le permitió hacer en seis años.
Manuel Ángel Núñez Soto, el caballeroso hombre de Actopan con estudios en el extranjero, realizó una obra discreta pero consistente: Hidalgo lo recuerda con afecto.
El peso del determinismo en la historia política de los hombres, hizo que Miguel Ángel Osorio coincidiera con Enrique Peña Nieto, ambos como gobernadores de sus respectivas entidades y después, uno como Presidente y el otro como Secretario de Gobernación.
Osorio realizó una gran obra en el estado y por sus ascensos en la política, sus amigos, principalmente en Hidalgo, lo veían como el próximo Presidente de la República. No lo fue, pero sigue como un activo político y un hombre siempre controvertido.
José Francisco Olvera Ruiz, bien o mal dejó su huella en el gobierno del Estado de Hidalgo.
Omar Fayad, es sin duda el más polémico gobernante de los últimos tiempos. Es demasiado pronto para juzgar su perfil histórico.
Julio Ramón Menchaca Salazar, para llegar, hizo valer sus méritos como excelente estudiante universitario. Decente y caballeroso por definición, fue candidato natural en el momento que vivía la política en Hidalgo y en todo el país. Su nombre ya está en la historia del Estado, pues logró derrotar al Partido político que durante casi un siglo mantuvo la hegemonía en estas tierras.