GILBERTO BOSQUES: EL HÉROE DEL EXILIO ESPAÑOL

OPINIÓN

A los 80 años en que llegó a Veracruz el buque Sinaia, el 13 de junio, trasladando la primera embarcación de exilados españoles a México, en lo que se considera como una proeza de la diplomacia para salvar de la guerra a miles de personas, que mejor que reivindicar la figura de Gilberto Bosques, cónsul en Francia quien desplegó con valentía las operaciones de salvamento, y no sin sufrir las desgracias del fascismo, él y su familia.
El libro-novela “Aquellas horas que nos robaron. El desafío de Gilberto Bosques” de Mónica Castellanos (editorial Grijalbo) nos adentra en varios planos: la historia de Gilberto Bosques, la guerra civil española, el contexto europeo de la segunda guerra, su papel de cónsul en Francia y la decidida intervención diplomática para salvar a miles de refugiados, principalmente españoles.
Es de resaltar el estilo con el que está escrito el libro: es una narrativa cualitativa, que impregna todo, lo que interesa es identificar a la persona, que se va construyendo hasta constituirse un actor social: empieza con el nacimiento de Gilberto Bosques de una manera literaria y accesible, de ningún modo simplista sino cálida y personal. Por otra parte, recrea a dos personajes de ficción, Guillermina Giralt y Francesc Planchart, que expresan las vicisitudes para sobrevivir la persecución.
Una narrativa que trata no de gestas heroicas sino de quienes las realizan, las personas de carne y hueso, con nombre y apellido; lo que importa es la experiencia vital de las personas para sobrevivir la catástrofe humana de toda una época. Y este estilo, es lo que hace distintas estas historias.
El punto de partida fue la guerra civil española, que fue la antesala de la invasión fascista en Europa; entre 1936 y 1939 en España se libró una gran encrucijada para el siglo XX: el establecimiento de los gobiernos republicanos o la imposición de un gran poder, concentrado en un nuevo monarca.
Y España con una tradición milenaria de reyes y monarcas no resistió la tentación de una república viva y actuante. Las fuerzas armadas de Franco apoyadas por el Duce y el fascismo alemán perpetraron una guerra civil cruenta y despiadada. Los republicanos españoles resistieron fieramente pero no pudieron contener la fuerza bruta, los ejércitos bien pertrechados, con tanques y fuerza aérea que bombardeó el territorio español, y que dio lugar a la asunción dictatorial de Francisco Franco, que duró 36 años.  
Como siempre los grandes perdedores se encuentran en la población civil: niños, mujeres adultos mayores. Una gran cantidad quedó en las cárceles españolas, en una situación esclavizada; a otros, los pensadores y líderes fueron liquidados, algunos bajo juicios sumarios; unos más lograron huir a diversos países de Europa.
Como dijo Churchill, en Europa se vivían horas oscuras. La Alemania de Hitler fue invadiendo los distintos países y los gobiernos se pusieron a su servicio. Algunos españoles lograron escapar a Francia pero no tuvieron la clemencia ni la generosidad: El gobierno de Vichy formó campos de concentración verdaderamente inhumanos. Aquí nuevamente, el estilo de Mónica Castellanos recupera historias de los refugiados; destaca la de dos jóvenes catalanes, vivieron una conmovedora historia en su intento por sobrevivir al campo de internamiento francés de Argelès-sur-Mer.
Es en este momento donde sobresale la figura de Gilberto Bosques enviado de Lázaro Cárdenas como enlace de México en Europa. Llegó como Cónsul general en París. Recordemos que Cárdenas ya había tenido un gesto solidario al recibir los “niños de Morelia” 1937. Por lo que la estrategia de salvación se trazó por parte del gobierno por un gesto humanitario.
Bosques no solo defendió a los mexicanos en España y Francia, dadas las condiciones inhumanas en los campos de internamiento, preparó toda una estrategia de salvamento principalmente de refugiados españoles. Gilberto Bosques se enfrentó a las condiciones de guerra y de ocupación nazi en Francia. Como todo un visionario ideó que la salida diplomática era dar asilo a los refugiados. De repente llegaron miles de solicitudes a las oficinas de Marsella. Bosques firmó 40 mil visas para que pudieran entrar a México.
Tuvo que rentar dos palacios para albergar a los solicitantes mientras generaba el papeleo. En esos lugares Gilberto Bosques plantó la bandera de México como territorio mexicano y se pudo respetar como espacio de extraterritorialidad. Sin embargo estos gestos no iban a durar mucho, la invasión nazi a Francia hicieron imposible mantener un espacio fuera de la barbarie.
La oficina del cónsul sufrió, no obstante, hostigamiento y fuertes presiones. Cuando estalló la segunda guerra las dificultades de salida para los refugiados que quisieron abandonar sus países crecieron. No obstante, salieron de Francia varios buques cargados de refugiados. Al Sinaia siguieron otras embarcaciones de la libertad.  
Fue entonces que Bosques convenció en 1942 a Manuel Ávila Camacho para que México rompiera relaciones con el eje nazi. Esto trajo consecuencias inmediatas. La Gestapo ocupa sus oficinas y Gilberto Bosques, su familia y los funcionarios fueron detenidos y enviados presos a Alemania. Ahí duraron 13 meses. A su regreso Bosques fue aclamado por una multitud de refugiados, llegó como un grande.
GB ha tenido de los calificativos más sobresalientes: le han dicho el libertador, el gran defensor de los DD. HH., el Schindler mexicano, pero es gracias a este libro de Mónica Castellanos que podemos apreciar al personaje de carne y hueso. Y podemos valorar la proeza imborrable que permitió preservar la vida, el honor y la dignidad a miles de personas.
Dentro de los refugiados liberados se encuentran los españoles que huyeron de la guerra civil, también los activistas antifascistas y otros grupos étnicos que huían del fascismo: judíos, gitanos, libaneses, italianos, y alemanes. Familias y personas que nunca fueron refugiados ni asilados. Crearon una nueva comunidad y se integraron al país, enriqueciendo la sociedad y la cultura.
El nombre de Gilberto Bosques se encuentra en calles, auditorios, escuelas y sigue siendo pertinente valorar a la persona, al mexicano universal. Reivindicar su proeza en estos tiempos de odio y de xenofobia ruin; en que millones ejercen su derecho al libre tránsito y a la migración. Gracias al libro de Mónica Castellanos hacemos un gran ejercicio de memoria, para no olvidar hechos atroces y para evitar que puedan repetirse.

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