Gélidos

PEDAZOS DE VIDA

Beso
Le dijo que lo amaba que jamás lo dejaría irse de su lado, que él era todo para ella. Él estaba asombrado de lo hermosa que era esa mujer. Jamás en toda su vida había visto una mujer así, sin lujuria solo con el deseo de contemplarla por la eternidad. Ella se acercó, lo miró a los ojos y le dijo que quería ser todo para él, que si la aceptaba jamás lo dejaría, se acercó hasta que sus labios se fundieron.

Cuando Noel abrió los ojos, la mujer ya no estaba. Ella se había ido, al otro lado, estaba contemplando el ataúd que contenía el cuerpo del que hace unas horas estaba vivo, le había robado la esencia vital, y él desde el más allá veía como ella se despedía con una nueva oportunidad de vivir, mientras tanto él se había quedado sin cuerpo y en breve también sin existencia.

Carretera
No se había detenido, no quiso detenerse, a pesar de que parecía un hombre real, no era nada común que un enano de escasos ochenta centímetros, saliera de alguna parte del camino y se apostara en la orilla de la carretera para pedir auxilio, y menos que ensangrentado y desnudo buscará apoyo a las cuatro horas de la madrugada.

No podía haber sido humano, la imagen pasaba una y otra vez por su cabeza, no podía ser humano, había visto algo a la orilla de la carretera, un duende que se acababa de comer algún animal o algún humano. Por supuesto que jamás se iba detener para darle ayuda y menos para subirlo a su automóvil, por el contrario, aceleró y se alejó tan rápido como pudo.

Días después se enteró que en esa misma carretera, habían matado a una persona de baja estatura, que su cuerpo había aparecido junto a la carretera, iba desnudo y al parecer murió desangrado intentando pedir ayuda, pues lo habían apuñalado.

Niños

Que se me aparezca cualquier ente, el mismo lucifer si así lo desea, pero que jamás en toda mi existencia se me aparezca el espíritu de un niño o una niña. Eso sí me mataría de un susto, por qué no hay nada más terrorífico que de la nada surja el llanto de una niña o de un niño de corta edad, desde un rincón oscuro para después desvanecerse hasta llegar al silencio de la noche.

O que a media noche te despierte el rostro angelical de una niña y te pida un vaso de leche, que haga que tu cuerpo se paralice por completo y veas como la imagen desaparece sin dejar rastro, mientras tú recuperas la movilidad y no paras de sudar.

A mí que se me aparezca cualquier cosa menos el espíritu de un niño, ya lo he dicho, pobre marcelita hasta de casa se tuvo que cambiar. Yo si me hubiera muerto si de cuarto a cuarto hubiera visto como juegan dos niños que no son parte de la familia pero que habitan ahí desde siempre.

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