Fútbol y violencia

Fútbol y violencia

El Faro 

La violencia es un fenómeno complejo y sorprendente, propio del ser humano. Es complejo porque depende del momento o de la persona que lo ve puede resultar atractivo o puede resultar repugnante. Puede ser fuente de arte o del temor más alienante posible. Es sorprendente porque no deja de aparecer en distintas partes del mundo, con diferentes niveles de agresión, con más o menos pacientes y agentes de la violencia. Parecería muy lógico que intentáramos evitar este fenómeno para que nadie sufra en la medida de lo posible.

Llevamos varios días muy pendientes de lo que está pasando en Ucrania con la invasión agresiva e indiscriminada de Putin. Combinamos estas noticias con las que cotidianamente nos envuelven en nuestro México ensangrentado. La semana que viene nos acordaremos e indignaremos por la situación y violencia que viven las mujeres en el mundo. Nuestro día gira en torno a este fenómeno en una u otra de sus múltiples versiones.

A todo este contexto nos tocó ver el sábado pasado lo que sucedió en el estadio de Gallos de Querétaro. Ya no son las noticias de cada día, se trata de un evento en fin de semana al que acuden familias completas para divertirse y convivir pacíficamente. Sin embargo, algo pasa que hay violencia también en los estadios, a donde van las familias a divertirse y convivir.

Todo el que tiene medios de comunicación social ha corrido a repudiar la violencia. Sin embargo, estas declaraciones no llevan a mucho más, se las llevará el viento como políticamente correctas. La verdad nos puede ayudar a desnudar la violencia. Habría que ver cuál es la relación de los clubes de fútbol con las porras que en ocasiones son quienes generan esta violencia. Algunos integrantes de estos grupos ya está más que claro en distintos países que no son capaces de controlar su propio temperamento.

 Habría que ver también la actitud de los jugadores. Me parece muy importante poner en consideración el comportamiento de los protagonistas del juego, que son los jugadores. Se tiene por entendido que el jugador puede tirarse al suelo con cualquier excusa, puede sobreactuar en un golpe como si le hubieran matado, puede incomodar al contrincante mientras el árbitro no le ve, pueden encararse con el árbitro y con los oponentes de manera airada… ¡Qué diferencia hay entre ver un partido de tenis y un partido de fútbol! Los tenistas, en general, tienen claro que son ejemplos a seguir y que su comportamiento debe ser deportivo y amable. El futbolista puede excusar su comportamiento, sus palabras y sus acciones a que fue víctima de un “calentón” que le sacó de sus casillas. 

Tenemos la tentación de ver la violencia como si no fuera con nosotros. En el fútbol, que no es la actividad más importante del mundo, tendría que plantearse toda una reestructura de la manera de comportarse y de verse a los jugadores y al resto de los protagonistas. Quizá de esta manera sería más fácil evitar guerras en los campos de fútbol, así como no se ven en los estadios de tenis. Todo esto por sugerir algo para realmente controlar ese fenómeno complejo y sorprendente.