El Papa en México
- El Papa visita la tumba de Samuel Ruiz en Chiapas en tributo a la Iglesia plural
“Fue el apóstol de la inculturación”, dice Alejandro Solalinde, el sacerdote defensor de los migrantes. Ruiz aprendió tzotzil, tzeltal, chol y tojolabal. Su capacidad para los idiomas se ha hecho mítica. Un sacristán de la catedral de San Cristóbal aseguraba: “Yo lo vi hablar con un turista chino en chino mandarín”. Y también se hizo mítica su empatía con los indígenas. “Yo lo vi llorando a solas al volver del funeral de la matanza de Acteal”, decía el mismo sacristán aludiendo al ataque paramilitar a una comunidad tzotzil
San Cristóbal de las Casas.- Francisco cumplió ayer con su jornada de tributo e impulso al ala más plural de la Iglesia mexicana. Su visita a la catedral de San Cristóbal de las Casas (Chiapas), donde honró la tumba del obispo indigenista Samuel Ruiz, supone una restitución histórica del sector progresista del clero, laminado durante décadas por la conservadora jerarquía local en mancuerna con el Vaticano, y un aldabonazo de sello papal a la reactivación de la orientación pastoral sociopolítica.
El Papa, que por la tarde pasó por la capital de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, dio misa en San Cristóbal en un campo de deportes y luego recorrió la ciudad hasta la casa episcopal, donde almorzó con ocho fieles indígenas y con los dos obispos de la diócesis un pollo con champiñones y arroz blanco. Todo en el mismo plato, sin entradas, por indicación del equipo de Francisco, aunque sí con un poco de dulce con queso de postre.
Después fue a la catedral y rindió tributo a Ruiz, sepultado en el propio templo. El sentido de justicia y diversidad de Jorge Mario Bergoglio se midió en el exigente espejo de Ruiz, un obispo que entraba a la catedral con los zapatos llenos de barro y usaba caleidoscópicas mitras y estolas de colores que le bordaban mujeres indígenas.
La reivindicación de Ruiz es la reivindicación de la teología india, una rama indigenista de la teología de la liberación, y, por continuidad, de la izquierda católica de América Latina.
La de Samuel Ruiz (1924-2011) es la historia de una conversión. Cuando fue nombrado con 34 años obispo de San Cristóbal, en 1960, era un prelado tradicional que en su primera carta pastoral advirtió de los males del comunismo. Pero corriendo la década (con los aires renovadores del Concilio Vaticano II y de la Conferencia de Medellín del episcopado latinoamericano) y a medida que iba conociendo de primera mano el mundo indígena, su marginación y su valía, fue virando a izquierda.
En los setenta fue asentando su proyecto hasta proclamar en 1979 el compromiso explícito de su diócesis con la “opción por los pobres”, con el genuino añadido de fusionar la religión católica con la cosmovisión indígena.