RETRATOS HABLADOS
Contrario a lo que se hubiera pensado, el rector de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), Adolfo pontigo Loyola, ha decidido ir hasta el final con todo y las eventuales posibles consecuencias que incluyen cárcel, para dar la cara por quien lo puso en el cargo y lo puede arrastrar a una situación que nunca hubiera imaginado ni en sus peores pesadillas: perder la libertad.
Fracasado el intento por imponer en el imaginario colectivo la idea de que el Grupo Universidad es fiel representante de toda la comunidad universitaria, y por lo tanto lo que se le haga a sus líderes se le hace a todos los universitarios, la realidad es difícil, no solo para el Presidente del Patronato Universitario, Gerardo Sosa Castelán, sino para todos los que pertenecen al selecto equipo de colaboradores que lo han seguido, y que hoy mismo apuran amparos al por mayor para evitar ser detenidos por la Fiscalía General de la República.
El declive de uno de los personajes más polémicos en la historia de la política hidalguense, empezó cuando creyó poder intimidar a un Presidente de la República con tácticas que le habían sido más que útiles en el plano local.
Hombre meticuloso en cada uno de sus proyectos, en esta ocasión fue presa de la soberbia y la confianza sin bases claras, al creerse seguro Gobernador del Estado al imponerle al partido del Presidente nueve diputados locales para así tener a su servicio el Congreso de Hidalgo.
Fue tan grande su jolgorio que ordenó a sus legisladores súbditos buscar la desaparición de poderes en la entidad, para intentar colocar un vasallo en el interinato y empezar a manejar el Poder Ejecutivo para después asumir el cargo formalmente en una elección que daba por ganada sin problema alguno.
A su juicio, el Jefe de la Nación, Andrés Manuel López Obrador, ya no solo era su amigo sino incluso su socio. Sus miras empezaban a rebasar la geografía hidalguense para mirarse en el plano nacional.
Para su desgracia ninguno de sus vasallos tuvo el gesto humanitario de advertirle de su error, porque eso solo lo hubiera podido hacer alguien que no le tuviera terror.
Hoy el hecho fundamental es que solo un verdadero milagro podría librarlo de un proceso judicial junto con cada uno de los que conforman el Grupo Universidad, los que no podrán argumentar inocencia con el “nunca pensamos que fuera capaz de hacer esas cosas”.
Pontigo Loyola juega un papel fundamental en lo que está por venir, porque el discurso de que él no ha recibido ningún citatorio de la Fiscalía suena poco menos que torpe.
Se observa que está dispuesto a correr la misma suerte del Presidente del Patronato. No sabemos si en una actitud de martirio o simplemente para buscar una eventual salvación personal.
Como quiera que se observe, el que haya de por medio una orden de aprehensión de tipo federal ya no es un simple rumor inventado, tal como intentaron a toda costa hacer creer. Es una decisión tomada con bases claras, y en la que por el momento el principal indiciado es el dirigente del grupo político que ha manejado a su antojo durante los últimos 37 años los destinos de la UAEH.
Mil gracias, hasta mañana.
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@JavierEPeralta