Fiesta de papá

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Fiesta de papá

LAGUNA DE VOCES

Hoy seguro estarás en tu fiesta, la del pueblo, y volverás a la terminal del AU en Circunvalación, por donde el cine Sonora. Acompañado o solo pero siempre cumpliste con los de San Miguel para estar una vez al año en las carreras de caballos de la pista de tierra junto al Sabino de Caspacio, en la pequeña iglesia donde fue enterrado por primera vez alguien que se llamaba igual que tu hijo Antonio. Los que vivieron siempre se vuelven a encontrar cuando difuntos, aunque en estos tiempos que vive el mundo cada vez resulta más complicado encontrar la diferencia entre unos y otros.

Pero acudirás como todos los años, apurado como siempre andabas, desde las curvas de Santa María caminarás a la puerta del autobús para admirar el valle gigantesco donde tu nacimiento; el Pico de Orizaba al fondo, el olor del diésel cuando el AU volvía su camino rumbo a Aljojuca, y tú a caminar por el crucero larguísimo hasta la casa de don Ranulfo, a la entrada del pueblo. Saludarlo, recordar quién sabe cuántas cosas de cuando eran muchachos, aceptar la comida que su mujer te ofrecía desde que mamá aún vivía, empezar a celebrar con la primera cerveza Victoria al tiempo, aunque ni falta que hizo nunca un refrigerador en un lugar donde la temperatura casi siempre rondaba los cero grados.

Tenías un pueblo, una tierra tuya a donde regresar cada año y eso te hacía sentir orgulloso, querido, parte de un lugar en este planeta. Ser feliz se traducía en pasar todo un día en la fiesta que nunca cambió, que llegaba con juegos de feria, los de siempre, el baile en los salones de la primaria junto a la cancha de basquetbol, ir por todos lados, tomar dos o tres copas de brandy Presidente o Don Pedro con tus amigos de la juventud, nunca más de tres, algo que casi toda mi vida nunca pude, y mirar ya de noche la casa de tu padre Ezequiel, la de techos altísimos y un tapanco lleno de magia.

Eras muy feliz con poco, que ahora comprendo era mucho, porque regresar al hogar original siempre debe ser un consuelo, una esperanza de que los muertos que todos tenemos, nunca se perderán y sabrán distinguir, supongo entre millones de lugares, el que debe ser un faro en medio del mar.

Casi una semana antes de la fiesta del 25 de agosto preparabas todo, avisabas en el aeropuerto que no contaran contigo ese día porque te ibas a la fiesta del pueblo, y en más de 40 años de caminar y caminar por los pasillos del Benito Juárez, ya sabían que en esa fecha no aparecerías a las 3:30 o 4:00 de la mañana cuando llegaba el vuelo de Panam de manera cotidiana. “Se fue para su pueblo. Es el único día en todo el año que sabemos que no estará. Puede ser 25 de diciembre, 1 de enero y aquí estará puntual, pero el 25 de agosto ni lo busquen porque se va a su tierra”, decían tus compañeros maleteros.

Así que hoy llegarás a San Miguel, que aquí o en el otro mundo donde andes sigue siendo tu tierra, tu casa, el lugar más hermoso porque da techo a tus recuerdos, a tu memoria. Y al revés de lo que pasa con el mundo de los que nos decimos vivos, en el tuyo cada vez hay más gente. Y lo mismo tu padre, que tío Ezequiel, mamá, tu hijo Toño que por vez primera te acompañará a la fiesta. En fin, papá, a veces quisiera haber tenido un pueblo donde regresar de vez en vez, pero salí tan pequeño de San Miguel a una colonia de Ciudad de México que nunca conocí y a donde, te lo confieso, ya ninguna razón tengo para ir otra vez, ni vivo, ni difunto. Vivo en un lugar hermoso donde nacieron mis hijos, mi nieta hermosa de ojos grandotes como los de mamá. Tampoco soy de aquí, ni de tu pueblo que de tanto contar sobre él, a veces pienso si acabé por inventarlo. Así que debo aprender, cada vez más viejo, que tu amor entrañable por San Miguel fue porque ahí fuiste más feliz que en ninguna otra parte. El lugar es lo de menos, el amor es lo que importa. 

Hasta ahora me doy cuenta que siempre tuviste como guía el amor, el amor entrañable a tus propios recuerdos, a tu vida, a todos los que tuvieron la fortuna de estar a tu lado. Disfruta la fiesta del pueblo y esta vez que gane el caballo al que siempre apuestas.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta