• Sin duda alguna, gracias a los papás, los hijos podemos disfrutar y gozar del deporte más hermoso del mundo, el futbol

Corría el año de 1991 y por primera ocasión asistía a un partido de futbol. Qué mejor escenario que conocer el imponente Estadio Azteca, el cual hasta la fecha se mantiene majestuoso. En aquella época, mi papá de nombre Gabino, me llevó a un partido de semifinales entre Cruz Azul en contra del León, de la temporada 91-92. Del partido prácticamente no recuerdo nada, era un niño de tan solo seis años, que, durante los 90 minutos, solo se la pasó jugando con unos muñecos de los Thundercats. Lo curioso de aquel partido, es que en tres ocasiones me andaba del baño y en todas ellas, mi papá se perdió los tres goles de su Máquina Celeste. Parece que no fue buena idea llevarme a aquel encuentro, sin embargo, aunque no tuve tan claro de que se trataba el juego, el escenario del Coloso de Santa Úrsula y el ambiente que se vivió en la tribuna, fue suficiente para que el futbol me atrapara. El encuentro concluyó 3-1 a favor del Cruz Azul, pero en el juego de vuelta, León cobró revancha y se impuso 2-0 para dejar en el camino a los capitalinos.

A pesar de que ese equipo contaba con figuras como: Carlos Hermosillo, Octavio Mora, Pedro Duana entre otros grandes jugadores, no pudieron evitar la caída ante el León del brasileño Milton Queiroz “Tita”.

Pasaron los años y descubrí que el futbol era una de mis más grandes pasiones y todo, gracias a mi papá, quien a pesar de que es discreto por su afición, por dentro también le corre sangre futbolera. En 1997 yo ya era un niño que comía futbol y como normalmente pasa, el papá suele heredarle los colores de su equipo a su hijo y es por eso, mi afición hacía Cruz Azul.  En esa época los celestes se instalaron en una final más, curiosamente de nuevo ante el León. Recuerdo que esa final la observé con mi familia por televisión. A lado estaba mi padre y aún veo la emoción en su rostro cuando Hermosillo liquidó el partido desde los once pasos.  Terminó el cotejo y la Máquina conseguiría su octavo y último título hasta la fecha. Fue un momento único donde padre e hijo eran inmensamente felices y sí, todo gracias al futbol.

En la actualidad Cruz Azul se ha convertido en un equipo opaco y es la burla de todas las aficiones. 22 años sin conseguir el campeonato y finales perdidas de manera increíble, ha ocasionado que los celestes sean un desastre. En muchas ocasiones amigos de los medios de comunicación me cuestionan y me dicen ¿por qué le vas al Cruz Azul? Yo solo respondo: es mi equipo y siempre estaré con ellos.  De tantas veces que me preguntaban lo mismo, un día llegué a casa y le comenté a papá que porque había hecho que yo le fuera a su equipo y el argumentó que yo solito me había metido en ese problema.

De igual manera, le pregunté papá ¿Por qué le vas al Cruz Azul? A lo que respondió: “A mí me tocaron las buenas épocas, las atajadas inmortales de Miguel Marín, las jugadas de Fernando Bustos, Héctor Pulido, Eladio Vera, Horacio López Salgado, Javier  Kalimán Guzmán entre otras leyendas celestes. Era una verdadera Máquina que fue tricampeón y que destrozó al América en una final de la temporada 71-72, con un contundente 4-1. Cruz Azul es un histórico y a pesar de su triste actualidad, nunca dejes de apoyarlos”, sentenció con seguridad mi señor padre.

En diversas ocasiones me he querido bajar del barco por tantos fracasos, pero a partir de esas palabras, comprendí, que cuando uno ama a su equipo por muy malo que sea, siempre debes apoyarlo, ya vendrán tiempos mejores… bueno, eso espero.

Así como mi historia, muchos de mi generación aman el futbol, gracias a sus padres, una gran herencia que nunca se los terminaremos de agradecer. En este día tan especial le agradezco a mi padre todo su amor y apoyo, sin duda, es ¡el mejor! Ya que gracias a él conocí el futbol. Te amo Gabino Monroy Trejo y ¡feliz Día del Padre! #FIN DEL COMUNICADO