Home Nuestra Palabra FELIPE ÁNGELES: A UN SIGLO DE SU MUERTE. (Palabras del autor, en la ceremonia conmemorativa)

FELIPE ÁNGELES: A UN SIGLO DE SU MUERTE. (Palabras del autor, en la ceremonia conmemorativa)

0

I

 

Año dos mil diecinueve

presente lo tengo yo.

Hace un siglo que pasó

y, sin embargo, se mueve

y a las conciencias conmueve.

Fue en Chihuahua fusilado,

quien fuera ejemplar soldado,

un General, un Señor…

La Patria, con gran fervor,

recuerda a su hijo adorado.

 

II

 

Ángeles, nació en Hidalgo,

en mero Zacualtipán.

Hombre bueno como el pan;

en su defensa yo salgo

y para honrarlo me valgo

de la universal historia

de centenaria memoria.

Hace un siglo lo mataron;

sin piedad lo fusilaron,

pero él alcanzó la gloria.

 

III

 

Quiso explicar con su muerte

el sentido de su vida,

porque la sangre vertida

de los mártires, trae suerte

a una causa buena y fuerte.

Ángeles, Rodolfo Fierro:

uno era vida, otro, hierro.

Los dos siempre junto a Villa,

quien no ambicionó la silla…

un día sufrió vil destierro.

 

IV

 

Entre amigos, las rupturas

duelen, causan muchos daños.

Villa y Ángeles, huraños,

siguieron sendas oscuras.

Por las serranas honduras

y cumbres, fue el general,

escoltado por un tal

Don Félix Salas, traidor,

quien lo entregó sin pudor

al carrancismo fatal.

 

V

 

A Chihuahua en tren llegó,

lo esperaba un contingente.

Se preguntaba la gente:

¿Cómo es que se capturó

a un general tan valiente?

Abrigaba la esperanza

que Venustiano Carranza

no lo quisiera matar,

pues ya no era militar,

de civil, tenía semblanza.

 

VI

 

De manera inexorable

se cumpliría la sentencia,

no valdría ninguna influencia

a aquél que fuese culpable.

Siempre gentil, siempre amable,

Ángeles reconoció

a sus amigos; les dio

su despedida fraterna,

aunque esta vez sería eterna.

Tranquilo, estoico, se vio.

 

VII

 

Él se negó a confesarse

y a tomar la comunión.

Al sacerdote en mención

así, de pie, sin hincarse,

le dijo, sin inmutarse:

“He vivido entre la guerra;

he vagado por la sierra

sin confesarme, mi amigo.

Yo me confieso conmigo,

y ya me voy de esta tierra.

 

VIII

 

Para Ángeles el perdón

pedían muchos personajes

en diferentes lenguajes.

Por ética y corazón

no cabía en él la traición.

Diéguez le dijo a Carranza:

“La justicia no se alcanza

por un camino ilegal”.

Su obcecación era tal

que mató toda esperanza.

 

IX

Muy sereno entró en capilla,

que humilde cuartucho era;

sólo un catre de tijera,

un candelero, una silla…

Se durmió ¡Qué maravilla!

Había llegado el momento.

Su propio fusilamiento

ordenó, ya eran las seis

de noviembre veintiséis…

Expiró su último aliento.

 

X

Cuatro hijos en orfandad

y absoluto desamparo

material, sin algún faro

de protección y piedad,

encontraron su verdad

en invaluable legado:

Servir al México amado,

y ser un día “fijosdalgo”

diría El Quijote, “Hijos de algo”,

en este pueblo ignorado.

 

XI

Ya con esta me despido

con mis cien años de historia.

Un pedacito de gloria

se comparte agradecido;

su comprensión yo les pido.

Con absoluta humildad,

agradezco a Omar Fayad

compartirme la tribuna

en esta fecha oportuna

¡Hidalgo, es nuestra verdad!