RETRATOS HABLADOS
La política es un ejercicio constante de negociaciones, de tiros bien calculados, pero sustentados en la suerte que el jugador debe tener, porque igual que en el fútbol, donde un portero sin los buenos designios del destino está condenado al fracaso, resulta que lo mismo sucede en el quehacer político. Por supuesto, en el pasado, y bien enterrado, quedaron los tiempos de las luchas ideológicas, para dar paso, sin remilgos de ningún tipo, a la práctica, abierta y sin cortapisas, de la técnica, ya no el arte, calculadora y bastante convenenciera que simplemente busca, por sobre todas las cosas, el logro de un objetivo.
Es muy probable que siempre haya sido así, pero en otros tiempos era una constante hacer pasar por arte lo que nunca lo fue, porque al final del día, la condición humana es la que priva en el ejercicio y búsqueda del poder.
Pocas veces un presidente de la República, había defendido con tanto ahínco, la nominación de un ex gobernador, no surgido de las filas de su partido, para que ocupara la embajada de México en un país como Noruega.
Es el caso de Andrés Manuel López Obrador, y del virtual representante de nuestra nación ante la ciudadanía noruega, y en el que el mandatario se refirió a Omar Fayad Meneses, como un humanista, que supo actuar con congruencia y dignidad en la tragedia de Tlahuelilpan, y por ello merecía ser reconocido.
Antes habría destacado que, en todo momento, el ex gobernador estuvo en la escena de dolorosísimo hecho, pero siempre le dio su lugar al presidente de México.
Fayad Meneses supo actuar con prontitud en los hechos citados, y de esa respuesta al bote pronto hay muchos ejemplos en su sexenio, pero también, hay que reconocerlo, tuvo el tino de reconocer a un presidente que no olvida ofensas de mucho tiempo atrás, así como apoyos en momentos críticos. Es el carácter del jefe de la Nación, que perdonará, pero nunca olvidará, pero que también traduce en hechos concretos el reconocimiento que da a quien actuó con tino en encrucijadas sin salida.
Así las cosas, el ex mandatario hidalguense jugó con tino, con eso que algunos llaman instinto político, y el resultado es que le atinó.
Su nominación, que es un hecho aprueba el Senado de la República, lo fortalece en momentos que su equipo de trabajo es cuestionado severamente, aunque él nunca de manera directa. Lo coloca en un camino interesante para el futuro inmediato, porque quienes lo conozcan, saben que no será un simple diplomático acartonado, y por el contrario, hará que Noruega se aparezca hasta en la sopa durante los próximos años.
Mil gracias, hasta el próximo lunes.
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