Fábrica de desempleo

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Fábrica de desempleo

Por el derecho a existir

Las universidades públicas representan una frontera de posibilidades para el acceso a mejorar la calidad de vida. Sin embargo,  no representa la garantía para todas las personas egresadas. Cada medio año, vemos desfiles de togas y birretes que pronto se convertirán en población económicamente no activa o bien, con contrataciones precarias.

En México, además de los conocimientos y la experiencia profesional, hay otras condiciones que son obstáculos para una contratación digna. El género, la orientación sexual e incluso  el tono de piel, también configuran una ventaja o desventaja a la hora de las entrevistas.

Claro está que las intersecciones sociales nos recuerdan el lugar en el mundo que debemos enfrentar. Año con año las universidades son fábricas de desempleo. Así que después de la ceremonia de graduación, comienza la realidad cruda y dura de las solicitudes de empleo sin contestación.

Los apellidos, los contactos, la sexualización de los cuerpos, el bagaje cultural, entre otros aspectos agudizan la desigualdad para incorporarse al mundo laboral. Recuerdo con cierta tristeza, que un profesor en la universidad señaló que nuestro primer empleo con gran probabilidad sería a través de un amigo y no por competencias académicas. 

Su voz fue profética para más de una persona,  en la cual me incluyo, pues después de tocar una y más puertas el primer empleo enfocado a mi área de estudio, fue por una amistad, con condiciones precarias, pero al fin empleo.

En días pasados he recorrido la región huasteca, y en diversos municipios he notado el respeto a las personas que son licenciadas, un tema por mucho aspiracional, la forma en la que se expresan y la  añoranza de que las generaciones logren la educación superior. Esto con plena conciencia de que en algún momento se podrían abandonar los campos de cultivo o que serán rechazadas las formas comunitarias por el enfoque occidental en el que se basan los modelos educativos.

Las juventudes enfrentan muchos retos, uno de los mayores es la indiferencia y la cacería de reclutados que ofrecen condiciones miserables, jornadas extenuantes, esto aprovechando los sueños, energía y necesidades.