Análisis
- Los países europeos han levantado vallas que corresponden a casi 40% de la frontera entre EU y México
Muros y vallas se hallan en toda Europa: Grecia frente a Turquía; Macedonia frente a Grecia; Eslovenia frente a Croacia; Hungría, en varios de sus lindes; las vallas que rodean los enclaves españoles en África, quizá precursoras de la moderna política migratoria europea; Francia también protege con alambradas el acceso a la red de ferrocarril que conduce a Reino Unido. Ahora, además, han empezado las deportaciones de Grecia a Turquía. Los bálticos ya se preparan por si la ola migratoria cambia de ruta y pasa por sus lares.
Mientras el proyecto de Donald Trump de construir un muro en la frontera entre EU y México provoca alud de críticas, indignación y estupor, en Europa el levantamiento de muros, vallas y alambradas avanza a un ritmo que posiblemente despierte la admiración y envidia del magnate. Desde la caída del Muro de Berlín, y con especial intensidad en los últimos meses, los países europeos han erigido o puesto en marcha la construcción de muros o vallas anti-inmigración por un total de 1.200 kilómetros. Esa distancia corresponde a casi 40% de la frontera entre EU y México. Al menos, los europeos sufragan con dinero de sus contribuyentes la empresa. Se calcula que al menos 500 millones de euros han sido invertidos en la tarea.
En correspondencia con la agudización de la crisis migratoria, el continente parece vivir una suerte de 1989 al revés. Entonces, el colapso de una unión sin libertad –la soviética- derribó muros; hoy, el levantamiento de nuevas barreras amenaza con derribar una unión con libertad –la europea-. Entre otras cosas, porque en la mirada de muchos representan grietas en los pilares del club: sus principios. Como el respeto del derecho de quienes huyen de guerras y persecuciones, o la libre circulación interna. Varios mandatarios han alertado de las consecuencias explosivas que pueden tener la suspensión o anulación del acuerdo de Schengen.