HOMO POLITICUS
En el mejor argumento, un eufemismo es utilizado para suavizar el lenguaje, es una forma lingüística que lo que intenta es disminuir la dureza de una posible expresión y evitar ofender, en política, el eufemismo es un uso del lenguaje “políticamente correcto”. Empero, el disfemismo, es el antónimo de eufemismo y lo que hace, es hacer mención a manera de ofensa, insulto o burla sobre una realidad cualquiera.
Es evidente también, que lo que prima es la intención en el uso del lenguaje y no hay palabra sin intención, lo que hay que distinguir es el sentido de la intención y por ende el sentido que adquiere la frase o palabra en cuestión.
Las palabras del Papa Francisco que alarmado por los problemas de delincuencia en la Argentina, profirió para alertar y advertir que hay que contener tal realidad, fueron “hay que evitar la mexicanización”, advirtiendo los problemas que existen en México con respecto a la delincuencia organizada.
Todo apunta a que las palabras del Papa no fueron un eufemismo y ni siquiera una analogía mal trazada. Se equivocó al calificar de “mexicanización” esta realidad, pero a la postre en Vaticano lo encubrió, hablando de que el Papa está preocupado por la criminalización de la realidad más allá de Argentina; esto no atenuó en modo alguno lo dicho, que si bien no puede confundirse con un disfemismo, sí fue una expresión sin mesura, sin discreción y mucho menos bien pensada.
En reacción a esto y con tres dedos de frente, el gobierno mexicano exigió en una nota diplomática que se aclarara el asunto, por lo que incluso envió al Secretario de Relaciones Exteriores José Antonio Meade, a entrevistarse con autoridades del Vaticano, donde el agua no llegó al rio ante la concordia entregada por el nuncio apostólico Christophe Pierre, quienes habrían de emitir un comunicado conjunto de paz y concordia e incluso de lazos de cooperación entre ambos estados, en una especie de tutti contenti.
Todo terminó miel sobre hojuelas, cosa linda en que se externó la preocupación de ambos gobiernos sobre el terror que provoca el crimen organizado.