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Estudian ritualidad en el Cerro del Sacromonte

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Investigaciones sobre la ritualidad de este espacio muestran que, junto con la devoción católica, sobrevivieron y conviven hasta el día de hoy cultos cosmoteístas de origen prehispánico

 

 

Uno de los cuatro santuarios más importantes del centro de México es el del Señor del Sacromonte, en Amecameca. Desde un mes antes del Miércoles de Ceniza, varios gremios preparan las celebraciones en torno al Cristo negro que reside en el cerro; sin embargo, investigaciones sobre la ritualidad de este espacio muestran que, junto con la devoción católica, sobrevivieron y conviven hasta el día de hoy cultos cosmoteístas de origen prehispánico, en los que se evoca y convoca a las fuerzas de la naturaleza.

 

Un breve acercamiento a la historia de Amecameca, comenta la historiadora Margarita Loera Chávez y Peniche, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), lleva de inmediato a considerar al Sacromonte, ya que incluso el nombre del poblado mexiquense proviene del hecho de que este cerro, antes de la llegada de los españoles, era reconocido como el Amaqueme.

 

Este antiguo nombre lo recupera la también etnohistoriadora y coordinadora del Proyecto Eje de Conservación del Patrimonio Cultural y Ecológico en los Volcanes del INAH (este 2016 cumple una década de trabajos) en su más reciente publicación: El Amaqueme y la construcción del paisaje en el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl.

 

“El Sacromonte o Amaqueme es el cerro rector de los volcanes. Todo ritual de alta montaña que evoca a los sitios sagrados lo menciona en primer lugar, porque sus fronteras se extienden hacia un ámbito simbólico: tomando en cuenta el movimiento del sol y su ubicación frente a los volcanes, se convierte en un axis mundi, en un cerro templo que conecta lo celestial y lo terrestre.

 

Margarita Loera y el antropólogo Ramsés Hernández Lucas, quien apoyó en la investigación (sobre todo en la parte antropológica), explican que con la llegada de los españoles la devoción del Cristo negro pudo sustituir la de Tezcatlipoca, a quien rendían culto los totolimpanecas, que llegaron a dominar el lugar en 1262, casi 260 años antes de la Conquista.

 

Los investigadores del INAH han cotejado esta información documental que conlleva también una concienzuda traducción de textos del náhuatl al español, con datos arqueológicos, antropológicos y etnográficos recopilados en el lugar.

 

Ramsés Hernández dice que el calendario agrícola inicia prácticamente el 2 de febrero con la preparación de los campos de cultivo. A 2,500 metros sobre el nivel del mar se bendice una semilla de frijol de color azul, considerada la “más violenta” porque resiste las condiciones de ese piso ecológico. Esta semilla comienza a reventar en los primeros días de marzo.

 

Margarita Loera y Ramsés Hernández citan que otras fechas clave son el 3 de mayo, Día de la Santa Cruz, momento en que se pide el agua para que riegue los campos, y el 15 de agosto, que coincide con la celebración de la Virgen de la Asunción, patrona de la iglesia principal de Amecameca, y el acopio de los primeros frutos.