Estados Unidos se desploma en medio de su campaña presidencial

El crecimiento del PIB, del consumo, de las exportaciones, de las inversiones, ha desanimado y aumentado la desconfianza de los consumidores, cuya demanda también se ha reducido en el trimestre

 

Los organismos económicos multilaterales habían animado al gobierno mexicano con la idea de que, la recuperación de la economía estadounidense podría tener un impacto positivo en el crecimiento de la economía mexicana.  La adversidad parece estar en contra de los proyectos del presidente Enrique Peña Nieto y de sus reformas, las cuales se han ido desmoronando una a una frente a los ciudadanos, quienes han perdido la confianza en su gobierno y la esperanza de ver aumentar sus salarios y sus ingresos durante su gobierno.

 

El Departamento de Comercio de los Estados Unidos ha informado que el Producto interno Bruto de ese país (PIB),  creció en sólo un 0.5% en el primer trimestre de este año, su peor desempeño desde hace dos años; lo cual pone en evidencia los problemas estructurales por los que atraviesa la economía estadounidense desde el inicio de la crisis actual en 2008. Lo peor de todo, es que el sector energético redujo sus inversiones en 86%, afectando el crecimiento de la economía.

 

El crecimiento del PIB, del consumo, de las exportaciones, de las inversiones, ha desanimado y aumentado la desconfianza de los consumidores, cuya demanda también se ha reducido en el trimestre. Con ello, la economía de los Estados Unidos ha decepcionado a todos los analistas, quienes esperaban ver su recuperación y no un raquítico crecimiento del PIB de sólo 0.5% en el primer trimestre, en promedio anual.

 

Estos datos parecen indicar que no sólo los países exportadores de petróleo están sufriendo por la caída de los precios, sino también los Estados Unidos, que parece verse penalizado por el mal desempeño de las empresas productoras de energía y la reducción de sus inversiones, las cuales cayeron en un 86%. Con ello, la inversión empresarial en todos los sectores se redujo en 5.9% durante el primer trimestre, su peor desempeño desde 2008, cuando estalló la crisis financiera motivada por la especulación y los créditos inmobiliarios basura.

 

Lo peor de todo es que, si bien el dólar se ha revaluado y fortalecido, ello no ha ayudado a la economía estadounidense, pues ha terminado por penalizar las exportaciones, al hacerlas más caras para los importadores de otros países. Por esa razón, las exportaciones cayeron en 2.6%, en promedio anual, afectando el crecimiento en al menos un 0.3 puntos, de acuerdo a los datos del Departamento de Comercio.

 

El consumo, que representa dos tercios del PIB, sólo creció en 1.9%, menos que en el trimestre anterior, cuando lo hizo en 2.4%; motivado por la reducción de los salarios y la caída de los ingresos de los hogares. Todo ello, en medio de la volatilidad de los mercados financieros la campaña presidencial incierta que no le da confianza a los inversionistas sobre el futuro de los Estados Unidos. Aunque el desempleo alcanzó un mínimo histórico, con menos de 250 mil nuevos desempleados en esta semana, algo que no se había visto desde 1973, la realidad es que la calidad de los empleos no es buena, las remuneraciones no son suficientes y el estimulo monetario de la Reserva Federal no está llegando a los hogares.

 

Ha sido un primer trimestre complicado para los Estados Unidos, pero lo más preocupante para las autoridades económicas de ese país es que el crecimiento continúa desacelerándose en este segundo trimestre. Así que, desde esta perspectiva, de nuevo se demuestra que es un error atar el futuro de la economía nacional a la suerte de la economía estadounidense y si de verdad la clase política nacional quiere, impulsar el crecimiento y el desarrollo del país, es preciso redefinir la política económica y las alianzas comerciales.

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