“Espero que, cuando a mí me toque, la eutanasia sea legal”: Isabel Allende

La autora de “Retrato en sepia” cree que la eutanasia debería estar legalizada “en todas partes”.

 

La escritora Isabel Allende tiene 73 años y está llena de vida y de proyectos, pero espera que, cuando a ella le llegue el momento de la muerte, “la eutanasia sea legal en todas partes” para que pueda “morir dignamente” y sin que se empeñen en mantenerla “viva a toda costa”.

“El amante japonés” es un canto a la vida y a la vejez, “el mejor momento para ser y hacer lo que a uno le place”, y en ella se reivindica “el amor en la vejez”, un tema poco tratado en la literatura pero que Allende defendía con pasión.

“No sé si la pasión es más fuerte cuando se acerca la muerte, pero creo que la necesidad de intimidad y de compartir la vida con otro es muy grande en toda edad, y en la vejez es mayor incluso porque cuenta con menos apoyos”, afirmó la novelista.

La escritora sólo escribe novelas que “nacen de alguna obsesión” y la idea de “El amante japonés” se la dio una amiga suya, cuando, paseando un día por Nueva York, le contó que su madre, de 80 años, tenía “un amigo jardinero japonés”.

Esta novela la escribió Allende en una etapa muy especial de su vida, debido a la separación de su marido. Le faltaba el amor y decidió “compensarlo” con esta historia.

La autora de “Retrato en sepia” cree que la eutanasia debería estar legalizada “en todas partes”. “La eutanasia no es fomentar el suicidio ni matar a la gente porque sea vieja. Se trata de ayudar a morir dignamente al enfermo terminal en vez de mantenerlo vivo a toda costa”, señaló la novelista chilena.

Allende sabe lo que es convivir con personas muy mayores. Su madre tiene 95 años y su padrastro, 100. “Están sanos y con ganas de vivir. No se trata de aplicarles la eutanasia”.

“Pero si mi madre estuviera sufriendo, con una enfermedad terminal, ¿creen que yo la voy a enchufar a una máquina? No. Voy a estar con ella, abrazándola para que muera de la mejor manera posible y, si necesita morfina, ponérsela”, aseguraba hoy la escritora, partidaria de ayudar a morir “de forma legal y con la ayuda de los médicos”.

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