
PEDAZOS DE VIDA
Se convirtió en un hombre exitoso, se levantaba temprano para desayunar en casa, despedir a los hijos y salir al trabajo. Al llegar a la oficina, los halagos le llovían porque era el líder del grupo, su trabajo impecable, en tiempo y forma le habían dado fama y también esa había sido su maldición, porque desde que se convirtió en el más eficiente del equipo, recibió más responsabilidades.
El problema vino cuando vio que todo lo que había creído no era realidad. Mientras en su mente resolvía problemas y atendía reuniones y trabajaba muy duro, tanto que al llegar a casa terminaba rendido, afuera en la vida real, no hacía nada, era un parásito que se encerraba por horas en la oficina sin resolver un solo asunto.
Cuando la realidad lo alcanzó fue demasiado tarde, tampoco existía la familia que a diario despedía, no había casa, no había deliciosa comida, y conforme el tiempo le fue dando luz a la realidad descubrió que tampoco había oficina, no tenía trabajo, no había amigos ni tenía compañeros de trabajo.
El mundo se fue desmoronando, no había gente, no había negocios, no había parques ni ciudades, cada día había menos montañas y el paisaje se tornaba como una pelota lisa con un enorme desierto, así imaginaba que estaba pasando, quizá era el apocalipsis, y un día pudo ver que el planeta no era redondo, pero no había a quién informar eso.
La última noche la pasó sobre un cuadro de concreto que en su momento había sido la tapa de una cisterna. Entonces extendió sus alas, se puso un horrible casco y se dirigió al siguiente planeta, quizá en la tierra no le verían como una plaga, pues decían que allá toda la gente era como su propia especie.