“Es una pena licenciada”, le dijo su captor a Murillo Karam; “no, es un asunto político”, contestó

“Es una pena licenciada”, le dijo su captor a Murillo Karam; “no, es un asunto político”, contestó

RETRATOS HABLADOS

Pocos escenarios tan patéticos para redescubrir las características propias de la condición humana, que el ejercicio periodístico; aún más directo si es en la provincia mexicana donde podemos encontrarnos en la esquina, en el restaurante, en la cantina, no solo al personaje siniestro que señalamos en un texto, sino a los propios compañeros de oficio que, de buenas a primeras, decidieron que era el momento de unirse con júbilo a una campaña de linchamiento, en contra del nuevo demonio del santoral invocado por el poder federal en funciones.

Me refiero, por supuesto, al caso del ex gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, a quien los que hasta hace poco le rendían pleitesía, y poco faltaba para que exigieran su santificación, hoy buscan con prisa leña verde para quemarlo en plena plaza pública, porque descubrieron que era un verdadero engendro del mal.

Es parte de la condición humana navegar en las aguas del mar y dejarse llevar para donde el sople el viento de la conveniencia. Vaya pues que no es ninguna sorpresa, porque lejos de ser eso, es una constante.

Sin embargo, la detención del también ex Procurador General de la República por el caso de los desaparecidos de Ayotzinapa, tiene un tufo de manotazo espectacular, no para solucionar de fondo el crimen, sino salir del atolladero en que se había sumido el gobierno de la 4T al echarse encima un caso, y no dar ningún nuevo resultado pasados los años. Es decir que de manera obligatoria se debía exhibir ante el siempre respetable, bueno e inteligente pueblo, a quien pudiera saciar las ansias de venganza en contra de quién sea y cómo sea.

Pero esa es la visión particular de los hechos. Lo esencial ahora es que se le siga un proceso conforme a la ley, a uno de los personajes más singulares de la política mexicana, tal vez el más analítico en su ejercicio, pero también uno de los pocos que decidió prepararse intensamente en las bases filosóficas de la existencia humana, donde el manejo del poder es una parte vital.

Hoy mismo, y esto es parte del tinglado montado en torno a su detención, ha sido convertido en un personaje siniestro, tétrico, parte del “horrendo caso, de la horrenda realidad de un horrendo cacicazgo en el estado de Hidalgo”. 

Sin embargo, ni una sola de las acusaciones que pesan en su contra tiene el peso específico para sustentar su encarcelamiento, y eso lo saben los fiscales. Pero el asunto se resume en lo que le dijo su captor: “Es una pena licenciada”, a lo que Murillo Karam respondió: “no, es un asunto político”.

Nos encantan las venganzas aplicadas en nombre del pueblo humillado y ofendido. Las verdades no tanto porque se tardan tanto que no ameritan celebración, de lo tardadas que son para ser transformadas en un divertimento mediático.

Es difícil que alguien pueda decir que tiene amigos políticos, porque unos y otros casi se rechazan de manera natural. Sin embargo, entre quienes ejercen el poder se encuentran, muy de vez en cuando, personajes con una visión diferente de la forma de usarlo, de conservar la tranquilidad para no ser arrebatado por la locura que siempre genera. Sé que en estos momentos la tendencia es unirse a la horda de linchadores, pero creo que Murillo Karam es uno de esos personajes que marcan la diferencia en este de por sí raro y complicado camino de la política.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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