Entre líneas

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¡Qué animal!

  • Un animal tiene derecho a existir, a ser respetado y vivir en un medio ambiente adecuado a su naturaleza

Por Dalia Ibonne Ortega González.

Si es verdad –como creo que lo es- que “la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que se trata a sus animales”, en México aún nos falta mucho trabajo por hacer, pues si bien existe la “Proclamación de la Declaración Universal de los Derechos de los Animales” desde 1978, de la Organización de las Naciones Unidas, son pocos quienes conocen y respetan estos derechos.

Situación que se ha hecho visible por el aumento de casos de abandono y maltrato animal, sobre todo de los animales domésticos, que son aquéllos que dependen del ser humano para subsistir.

Por ello, no está demás precisar que existe el crimen contra la vida denominado biocidio (todo acto que implique la muerte de un animal sin necesidad) y que, en Hidalgo, el artículo 349 Decies del Código Penal, sanciona con multa y prisión a quien maltrate a un animal, al ser un delito contra los animales, además de generar otras responsabilidades civiles y administrativas.

Si consideramos, entonces, que un animal tiene derecho a existir, a ser respetado, vivir en un medio ambiente adecuado a su naturaleza, a la atención, cuidado y protección de quienes los eligen como compañía (mascota o guía), al reposo (si se sirve de ellos para algún trabajo) o a ser sacrificados sin ansiedad o dolor, si se han dispuesto para nuestra alimentación; podemos apreciar que no entenderlo nos coloca frente a la ineludible pregunta: ¿Quién es más animal?

Por tanto, no basta con darles muestras de afecto o presumirlos como nuestros cuando otros observan, sino que es necesario cumplir con las obligaciones que la Ley de Protección y Trato Digno para los animales en el Estado de Hidalgo, nos corresponden (artículo 13), como son: 

  • Brindarles un espacio adecuado a su tamaño para descansar, caminar o moverse con libertad.
  • Proveerles un espacio seguro, limpio y protegido de las inclemencias del tiempo.
  • Destinarles recipientes adecuados y limpios para agua y comida.
  • Alimentarlos y darles agua en forma adecuada y suficiente (considerando el clima y sus características de tamaño, peso, edad)
  • Proporcionarles atención médica, vacunación y esterilización* (sic)
  • Colocarles un collar con placa o cualquier otro medio de identificación.
  • Recoger sus excretas (popó) cuando se saquen a la vía pública.
  • Mantenerlos en la calle con collar, correa y en caso necesario, bozal, cuando represente un riesgo para la sociedad.  

Y en el caso de los municipios, como Pachuca, por ejemplo, cumplir con las obligaciones previstas en el Reglamento de Tenencia, Protección y Trato Digno a los Animales. 

De ahí que, si su hija o hijo le pide una mascota, antes de decidir y dar el “sí”, deben consultar en familia si están en aptitud de cumplir con todas las obligaciones que conlleva tener un miembro más en la familia, y si ya se tiene, revisar si ha cumplido con tratarlo con dignidad y respeto, pues, después de todo, los animales racionales somos nosotros ¿o no?

Postdata: Esta columna está dedicada para todos aquellos animales que forman parte de una familia, como gratitud a sus muestras de afecto y protección; también para quienes responsablemente dan un trato digno y respetuoso a los animales, pero, sobre todo, para aquellas personas que aún pueden demostrar “la humanidad” que nos distingue de ellos.