Entre líneas

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Mesa de 12… renacer en tiempo.

Todo en la vida es un ciclo, inicia y termina. Como seres vivos  -plantas, animales y el ser humano- vivimos etapas, periodos, momentos, que van desde un ligero crecimiento hasta un máximo esplendor y luego, la transición de la materia en energía.

Así, en las postrimerías de este segundo año de pandemia, que a muchos ha traído experiencias dolorosas, por las pérdidas sufridas, se nos da la oportunidad de reflexionar sobre algo más que la cena de fin de año, pues cada día debe celebrarse como un AÑO NUEVO, porque cada instante es valioso.

Hemos aprendido -a veces a fuerza del duelo- que la vida no es un cúmulo de tiempo, que más allá de los segundos, días o meses, están los momentos que hicieron la diferencia en nuestra vida.

Por ello el “carpe diem”, es decir, vivir cada día como si fuera el último, porque solo existe el presente; sin embargo, suele planearse a corto, mediano o largo plazo, lo que se hará -incluso con los propósitos de año nuevo-, pero debe recordarse que el HOY es único, el momento de renacer, de renovarse, de crear eso que tanto se desea, de escribir esa página en la historia de vida que se quiere contar, basta proponérselo y actuar decididamente, sabiendo que con certeza ese tiempo no ha de regresar, que lo aprovechado dará frutos y lo desperdiciado no.

Encontrar el equilibrio siempre es complicado, no pensar en el futuro, más. Entonces, ¿cómo acceder a ese justo medio, a la manera de vivir el hoy sin pensar en el futuro incierto?

Algunos, como el poeta inglés Walter Whitman lo descifraron así: 

Carpe Diem

No dejes que termine sin haber crecido un poco,
Sin haber sido un poco más feliz,
Sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie
Te quite el derecho de
Expresarte que es casi un deber.

No abandones tus ansias de hacer de tu vida
algo extraordinario…

No dejes de creer que las palabras, la risa y la poesía, sí pueden cambiar el mundo…

Somos seres humanos, llenos de pasión.
La vida es un desierto y también es un oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos convierte en
protagonistas de nuestra propia historia…
Pero no dejes nunca de soñar,
porque sólo a través de sus sueños
puede ser libre el hombre.

No caigas en el peor error, el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes…
No traiciones tus creencias. Todos necesitamos aceptación, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.

Disfruta el pánico que provoca tener
la vida por delante…
Vívela intensamente,
sin mediocridades.
Piensa que en ti está el futuro y en
enfrentar tu tarea con orgullo, impulso
y sin miedo.

Aprende de quienes pueden enseñarte…
No permitas que la vida
te pase por encima
sin que la vivas…”

En resumen, de los doce meses que han transcurrido y que componen el año saliente (2021) la mesa se pone de manteles largos y nos ofrece, como entrada: el recuento de las experiencias significativas vividas, como plato fuerte: el distinguir el valor de lo “dulce” (agradecer y celebrar) y lo “amargo” (agradecer y aprender), y como postre: la energía de renovar las fuerzas, de renacer… con la fuerza del corazón, la gratitud y el amor.