Liberar a una juzgadora, salvando a una mujer
“No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas”
Audre Lorde – Activista estadounidense
Ya pocos recuerdan cuando el grupo radical musulmán denominado “El Talibán” tomó Kabul, Afganistán, el 15 de agosto de 2021 y comenzó a gobernar aquella tierra, donde las mujeres dejan de ser personas y se convierten en “cosas”, pero no debe olvidarse que la violencia contra las mujeres -especialmente juzgadoras– sigue vigente en aquél país y su vida (y la de sus familias) aún corre un grave peligro.
Si bien, mientras en estas latitudes luchamos por la igualdad y no discriminación de las mujeres, en todos los ámbitos y niveles -sobre todo en el mes de noviembre, a propósito del día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer-, del otro lado del continente, hay mujeres que luchan, no por un salario equitativo o la oportunidad de un empleo, sino por no ser condenadas a muerte, por haber ejercido la libertad de desempeñarse como juzgadoras y que, por consiguiente, sus familias sigan la misma suerte.
Por ello, la Asociación Internacional de Mujeres Juzgadoras (por sus siglas IAWJ) ha iniciado una campaña internacional para recaudar fondos y salvar a las juezas y sus familias que se encuentran atrapadas sin poder escapar (aún 90 aproximadamente), por lo que en la página CHARIDY.COM/AFGHANWOMEN, se solicitan donativos de apoyo para poder evacuarlas y trasladarlas, de los lugares donde se encuentran escondidas con sus familias aguardando a ser rescatadas y trasladadas, a algún país que les brinde refugio.
Así, con motivo de las fiestas decembrinas, donde los valores humanos como la bondad, la caridad y la humanidad salen a flote, se debe hacer conciencia de esta situación, que nos incumbe a todas y todos como raza humana, ya que no debe tolerarse que “juezas y sus familiares sean golpeados, arrestados y sometidos a torturas” por el simple hecho de haber accedido a una educación profesional y una vocación de servicio en la impartición de justicia.
¿Por qué son perseguidas estas mujeres juezas?
Porque estudiaron, se desempeñaron en la función pública fuera de sus hogares, en una relación igualitaria con los hombres, porque pudieron expresar sus ideas condenando el abuso de los hombres y defendiendo los derechos de sus connacionales, especialmente del grupo históricamente reprimido, como son las mujeres de ese país. Ese es el “delito” que cometieron.
Imagínense que ahora, con la nueva faceta feminista de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las honorables Ministras Loretta Ortiz Ahlf (recién designada), Yasmín Esquivel Mossa, Ana Margarita Ríos Farjat y Norma Lucía Piña Hernández (orgullosamente hidalguense), fuesen perseguidas, por ser mujeres libres, con una educación en pro del estado libre social democrático de derecho, lejos de ser distinguidas por alcanzar el máximo peldaño que una juzgadora puede ocupar en este país, reduciendo la brecha de género. Lo que implicaría que el acceso a la libertad de profesión y a elegir un empleo, en paridad de género, fuese no un derecho humano reconocido y garantizado sino una fatídica ilusión.
Afortunadamente, en este país, tanto mujeres como hombres, seguimos trabajando y luchando para que la igualdad sea real, y hoy, más que nunca, es palpable la posibilidad de que una mujer (Ministra) pueda ocupar el cargo en la Presidencia del Máximo Tribunal Constitucional en México, que, desde el 15 de marzo de 1825, en que se fundó, ha ocupado un hombre.
Finalmente, los logros y avances de nuestra Nación, no deben eximirnos de la colaboración y solidaridad internacional que nos distingue como mexicanas y mexicanos en el mundo, así que, al DONAR EN PRO DEL RESCATE DE LAS JUZGADORAS AFGANAS, no solo se favorecerá la libertad de aquéllas sino se reafirmara tal derecho, pues parafraseando a la escritora estadounidense Audre Lorde, “mientras siga habiendo mujeres sometidas, no puede decirse que las mujeres somos libres”.