El Hogar Seguro de Guatemala que se convirtió en un infierno; al menos 37 niñas murieron en el incendio de un hogar para adolescentes
Las imágenes son aterradoras: decenas de menores de edad apiladas unas encima de otras totalmente calcinadas tras intentar romper la puerta de su encierro, que se convirtió en su cárcel mortal. Aún no ha sido detenido nadie como responsable de la muerte de las 37 menores, cifra que podría aumentar, dado que aún se encuentran en hospitales otras 16 adolescentes heridas, de las cuales 11 se encuentran en estado crítico
Los llantos y los gritos desesperados de las familias acompañaban a los primeros cuerpos enterrados en el Cementerio General de Ciudad de Guatemala que corresponden a las 37 niñas que fallecieron calcinadas en el incendio provocado en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción destinado, en teoría, a proteger a la infancia y la adolescencia.
Bajo sol sin tregua y un calor sofocante, fueron entrando a cuentagotas en el campo santo los coches fúnebres con las primeras víctimas entregadas a las familias por el Instituto Nacional de Ciencias Forenses, que hasta la fecha ha identificado a 23 de las niñas fallecidas, de las cuales ya ha entregado 19.
Cari Álvarez, con los ojos enrojecidos de tanto llorar sostiene un marco con una foto de su sobrina. Se trata de Siona Hernández, una joven de 17 años que el pasado miércoles falleció bajo las llamas junto a otras 18 menores que fueron encerradas en un aula de la escuela del Hogar Seguro, tal y como ha reconocido el propio presidente de Guatemala, Jimmy Morales, en una entrevista televisiva, quien justificó esta medida para “evitar una tragedia”.
En esta sala confinó una psicóloga del centro a decenas de menores como castigo tras el intento de fuga del día anterior por parte de 60 adolescentes que trataron de huir de las violaciones, así como del maltrato físico, los encierros, la comida con gusanos y todo tipo de vejaciones de las que eran víctimas.
Ninguna denuncia que se hizo al respecto desde 2015 provocó el cierre de este centro, que ha sido calificado como un “infierno” por parte de las adolescentes que han vivido en él. Pese a ser encerradas, las jóvenes trataron de provocar su liberación encendiendo unos colchones, según la hipótesis de la Policía Nacional Civil, si bien nadie les abrió dejando que se calcinaran y se intoxicaran con el humo en el interior de este aula.