Home Nuestra Palabra ¿ENTENDEMOS LA TRASCENDENCIA DE LOS JUECES FAMILIARES?

¿ENTENDEMOS LA TRASCENDENCIA DE LOS JUECES FAMILIARES?

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“Tres pares de ojitos escudriñan mi oficina, como buscando si hay una puerta de escape o un lugar para esconderse, mientras son rodeados de adultos que los miran con una sonrisa, a pesar de que nunca los han visto en su vida.Ellos son tres pequeños que fueron llevados por su madre ante un Juez Familiar para ser entrevistados, porque sus papás, por alguna razón, después de pasar meses de peleas y hasta agresiones físicas, simplemente no se han puesto de acuerdo sobre “quién se queda con los niños”.

 

 

Son escuchados con atención por ese señor que está del otro lado del escritorio y quién les dijo que era el Juez. Él les explica que hará todo lo posible para que no regresen a ese lugar llamado juzgado; les dijo que a veces los adultos no pueden resolver por sí solos sus problemas y tienen que acudir a ese “Juez” para que sea él, quien les dé una solución. Les aseguró que su mayor interés, es que ellos estén bien y sean felices.

 

Los niños lloran al platicar algunos malos días que han pasado al lado de sus padres, le cuentan al juez lo que han oído hablar a los adultos, a su madre, a sus tías, a sus abuelos. A ellos no les gusta oír que hablan cosas malas de su padre, aunque saben que su papá no se ha portado muy bien porque maltrataba a su madre, pero lo aman y quieren seguir viéndolo. Adoran a su madre, los cuida, los ayuda en sus tareas, les da de comer y sus abuelitos la ayudan para llevarlos a la escuela. Les gustaría que sus papás volvieran a estar juntos, pero sin peleas, sin insultos, sin golpes.

 

Hoy estos tres pequeños no saben qué va a decir ese señor al que le llaman Juez ¿Meterá a su papá a la cárcel? ¿Los separará de su mamá? ¿Los llevaran a un lugar que no conocen? Han escuchado a los adultos decir tantas cosas tan confusas. Ellos sólo quieren vivir en paz, ir a la escuela, comer bien, jugar mucho con sus juguetes, dormir tranquilos por las noches; pero, sobre todo, quieren ver felices a sus papitos. ¿Ese señor Juez puede hacerlo? ¿Será que él puede lograr que sus papás vuelvan a sonreír?”.

 

La mayor aspiración que debe tener un Juez que ejerce competencia en materia familiar, no es dictar sentencias perfectas, que vayan aderezadas de infinidad de tesis jurisprudenciales y argumentos infalibles.

 

La mayor aspiración de los jueces familiares, debe ser, sobre todas las cosas, que existan niños protegidos, no sólo en sus derechos fundamentales, sino para alcanzar uno de los deseos más intensos en los niños: ser felices.

 

Los jueces podemos emitir resoluciones que sean, como ya dije, perfectas en todo lo que a su fundamentación y motivación refiere; suficientemente argumentadas, claras, precisas y congruentes; pero no podemos estar ahí, en ese momento en el que uno de los progenitores se presenta a la convivencia y comienza con el otro una batalla campal tristemente presenciada por los hijos.

Ninguna resolución puede subsistir ante ese panorama, ante esa frustración que sienten los menores al ver, una vez más, una discusión entre sus padres, en la que ellos, sus hijos, quedan completamente de lado.

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